La violencia psicológica no siempre deja marcas visibles, pero puede ser igual de dañina —o incluso más— que la violencia física. Y en el ámbito laboral, suele esconderse detrás de dinámicas “normalizadas” que terminan afectando la autoestima, la motivación y hasta la salud mental de quienes la sufren.

Reconocerla es el primer paso para ponerle nombre y, sobre todo, para ponerle un límite. Estas son algunas de sus formas más comunes:

🔹 Humillaciones y burlas constantes
Cuando un jefe o compañero ridiculiza tus errores, hace comentarios sarcásticos sobre tu desempeño o te desacredita frente a otros, no es “broma”… es violencia psicológica.

🔹 Aislamiento intencional
Dejarte fuera de reuniones importantes, no compartirte información esencial o ignorar tus aportes son formas de excluirte de manera deliberada.

🔹 Sobrecarga de trabajo injustificada
Exigir más allá de lo que corresponde, asignar tareas imposibles de cumplir o negar descansos básicos son tácticas que desgastan y buscan quebrarte.

🔹 Amenazas veladas
Frases como “hay muchos que quieren tu puesto” o “cualquiera podría hacer mejor tu trabajo” son mecanismos de control que generan miedo e inseguridad.

🔹 Negación del reconocimiento
Hacer invisible tu esfuerzo, apropiarse de tus logros o minimizar tus aportes también son formas de violencia.

La violencia psicológica en el trabajo no es parte de la cultura laboral “normal”. Es un abuso. Y nadie debería callarlo ni tolerarlo. Si lo vivís, recordá que pedir ayuda, documentar los hechos y alzar la voz son pasos necesarios para protegerte.

Porque tu dignidad no es negociable. Y tu valor no depende de un ambiente hostil.

"No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien."
Romanos 12:21