Imagina una sola vacuna capaz de protegerte de todas las cepas de gripe, sin necesidad de inyecciones anuales — ahora, deja de imaginar: es una realidad científica reconocida por el Premio Nobel.

Durante décadas, la gripe ha sido un desafío para la salud pública mundial. Su capacidad de mutar rápidamente ha obligado a reformular vacunas cada año, con resultados variables y una efectividad limitada. Sin embargo, este año el panorama cambió radicalmente: el Premio Nobel de Medicina 2025 fue otorgado a un equipo científico internacional que logró desarrollar la primera vacuna universal contra la gripe.

Esta innovadora vacuna no se basa en las proteínas variables del virus —como las vacunas convencionales—, sino en proteínas internas y altamente conservadas, que están presentes en todas las cepas conocidas del virus de la influenza. Al enfocarse en estas estructuras inmutables, los científicos han creado una solución capaz de brindar protección duradera contra múltiples variantes, incluso aquellas aún no identificadas.

El avance fue posible gracias a la combinación de dos tecnologías: una plataforma de ARN mensajero, similar a la utilizada en vacunas contra COVID-19, y nanopartículas lipídicas diseñadas para optimizar la entrega del antígeno al sistema inmunológico. En estudios clínicos, la vacuna demostró una eficacia superior al 90% y protección sostenida por más de tres años, una cifra sin precedentes en la historia de la inmunización contra la gripe.

Además de su eficacia, esta vacuna representa una revolución logística y económica. Al eliminar la necesidad de campañas anuales de vacunación, reduce costos, simplifica distribución y fortalece la preparación ante futuras pandemias.

La Organización Mundial de la Salud ya ha anunciado su intención de incluir esta vacuna en su calendario global a partir de 2026, priorizando a poblaciones vulnerables y personal sanitario. Estamos frente a un antes y un después en la prevención de enfermedades respiratorias.