Un reciente reporte de la ONU titulado Gender Snapshot 2025 advierte que la inteligencia artificial (IA) podría impactar los empleos femeninos de forma más negativa que los masculinos: aproximadamente 28 % de los trabajos ocupados por mujeres están en alto riesgo por automatización, frente a un 21 % para los hombres. 

Este hallazgo tiene implicaciones profundas: trabajos que tradicionalmente ejercen mujeres —como atención al cliente, administrativos, servicios básicos— tienden a incluir tareas repetitivas susceptibles de ser reemplazadas por algoritmos. Sin embargo, la automatización no es inevitable: depende de políticas activas para la reeducación, capacitación digital, apoyo al emprendimiento femenino y acceso igualitario a tecnología.

Además, existe una brecha digital significativa: muchas mujeres carecen de acceso adecuado a internet, dispositivos digitales, formación en habilidades tecnológicas. Esa disparidad limita tanto su participación plena en la economía moderna como su resiliencia frente a cambios laborales acelerados.

Durante la presentación del informe, se hizo un llamado urgente: los gobiernos, las empresas tecnológicas y las instituciones educativas deben trabajar juntas para cerrar esta brecha. No basta con preocuparse del futuro del trabajo: se necesita políticas que aseguren que la innovación beneficie por igual a todos los géneros.

Finalmente, este escenario plantea una pregunta clave: ¿cómo pueden las mujeres no solo adaptarse al cambio tecnológico, sino liderar en él? Programas de mentoras, redes de apoyo, becas y un enfoque en tecnologías inclusivas podrían ser herramientas esenciales para que este riesgo se convierta en oportunidad.