Una reciente publicación del EAT-Lancet Commission 2025 propone un modelo de alimentación global más saludable y sostenible: una dieta planetaria que priorice plantas, reduzca carnes rojas, azúcares y grasas saturadas, y promueva legumbres, frutas, vegetales y frutos secos. Esto no solo ayuda al planeta, sino a la salud de millones. 

Según el informe, adoptar esta dieta podría prevenir hasta 15 millones de muertes prematuras al año, además de reducir las emisiones agrícolas y mitigar daños ecológicos. Pero la transición requiere reformas profundas en sistemas alimentarios, subsidios y hábitos de consumo. 

El desafío no es meramente técnico, sino social: muchas regiones no tienen acceso a alimentos frescos, y las cadenas alimentarias actuales están dominadas por intereses industriales. Los cambios estructurales, incluida la educación alimentaria y la inversión en agricultura sostenible, son esenciales.

Para las mujeres, quienes muchas veces gestionan la alimentación familiar, esta propuesta ofrece una oportunidad de liderazgo: adoptar y enseñar patrones alimentarios que cuiden la salud colectiva.

Este tema conecta la nutrición, la salud pública y la sustentabilidad. Tiene el equilibrio perfecto para una columna femenina que quiera inspirar cambios reales.