¿Y si los drones del futuro no fueran máquinas, sino insectos naturales guiados por chips?
La ciencia ha vuelto a sorprendernos con un desarrollo digno de una novela futurista: científicos chinos han creado el chip cerebral más ligero del mundo, diseñado específicamente para controlar abejas vivas mediante impulsos eléctricos al cerebro. Este avance, tan impresionante como polémico, ha logrado guiar abejas con una precisión de hasta el 90% de obediencia, todo gracias a la inspiración en un peculiar hongo: el Cordyceps, conocido por controlar el comportamiento de insectos zombificándolos.

El chip pesa menos de 5 miligramos y se adhiere como una microprótesis en el dorso del insecto. Desde allí, emite impulsos neuromoduladores que activan o inhiben zonas específicas del cerebro de la abeja, modificando su rumbo de vuelo. El objetivo de este experimento va más allá de la curiosidad científica: se proyecta su uso en rescate de personas en zonas colapsadas, detección de químicos tóxicos o explosivos, e incluso en vigilancia encubierta.

Gracias a su tamaño, agilidad y habilidad olfativa, las abejas pueden ingresar en zonas donde ni drones ni humanos pueden llegar, haciendo tareas que antes eran impensables. Pero el avance también abre debates éticos: ¿hasta qué punto es válido manipular seres vivos con fines humanos? ¿Dónde se dibuja la línea entre innovación y explotación?

Este tipo de tecnologías se enmarcan dentro del creciente campo de la neurotecnología aplicada a organismos vivos, y marcan el inicio de una era donde la biología y la robótica se fusionan con fines que van desde la medicina hasta la defensa.

Las pruebas preliminares han sido exitosas y el equipo trabaja ahora en reducir aún más el tamaño del chip y aumentar su autonomía. ¿Será este el primer paso hacia un mundo donde la inteligencia artificial se incruste en los propios cuerpos de la naturaleza?