Elijamos la felicidad
Iniciar un nuevo año requiere, no solo replantear metas, sino algo tan o más importante aún: definir la actitud con la que empezaremos.
Los seres humanos somos, por naturaleza, curiosos. Lo nuevo siempre nos causa curiosidad. Así que, el hecho de empezar algo nuevo nos motiva, nos impulsa y redirige nuestras fuerzas.
Los niños no están lejos de estas sensaciones. Por el contrario, ellos son los autores principales de estas emociones. Dejarlos fluir en esa alegría es importante para que se desarrollen integralmente.
Ayudarlos a gestionar sus emociones es determinante para que, con nuevos retos, puedan elegir aquellos que los acerque a ser felices. Pero tomando en cuenta que las emociones también se aprenden, somos los adultos que convivimos con ellos los principales maestros de las emociones.
Ayudarlos a elegir los hechos, actividades y pensamientos que construirán su vida, es tarea primordial. Alimentar una mente positiva a través de pensamientos agradables es posible si les enseñamos a ver el punto blanco en medio del caos.
Entrenar las emociones es posible si aprendemos a prestar atención en aquello que nos da bienestar. Para ello, el agradecimiento juega un papel importante pues nos hace darnos cuenta que a pesar de lo malo que podamos estar viviendo tenemos mucho más para sentirnos bien.
Los niños son los autores de la simpleza. Ellos tienen la capacidad de hacer de lo sencillo algo mágico. Si nos detenemos a observarlos con atención, somos los adultos quienes re aprendemos el encontrar la felicidad en las cosas simples. Lo importante es entonces, no apagarles esa llama.
Debería ser una práctica habitual, que al iniciar un nuevo año, pudiéramos replantear con ellos todas las metas basadas en una actitud de alegría. Empezar con la certeza que cada paso nos llevará a ser felices. Para ello, reconocer mis capacidades es elemental. No puedo pretender que me sentiría feliz de bailar ballet, porque aún no poseo la habilidad motora para hacerlo. Ahí radica la importancia de ayudarlos a reconocer sus fortalezas porque éstas los acercarán al éxito.
Brindar a un niño experiencias de éxito lo hacen sentir seguro. De esta forma reafirma su personalidad y por lo tanto, su tolerancia al fracaso. Esas experiencias deberán estar acorde a su edad para que puedan alcanzar el éxito. Pintar un cuadro, aprender un deporte, completar un rompecabezas, etc; pueden ser ideas de pequeñas actividades que, al lograrlas, se sentirán geniales de haber logrado una meta y por lo tanto, sentirán felicidad.
Ser feliz es una elección; ser feliz es un reto personal. No es difícil lograrlo, solo hay que quererlo. Enseñemos a nuestros niños que ellos pueden elegir ser felices, que puede elegir vivir felices y que es tan simple como querer hacerlo.
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Lourdes López
Licenciada en Educación
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