El 2020 no fue en lo absoluto lo que esperábamos. Cuando un nuevo año inicia, marcamos las metas que deseamos alcanzar. Comenzamos el año cargados de ilusiones y deseos por conseguir aquello que hemos trazado como meta. Conforme el tiempo fue avanzando nos dimos cuenta que este año sería completamente atípico. Esto nos obligó a improvisar para, de alguna manera, acercarnos a las metas deseadas.

Cargados de angustia y siendo la duda la única constante, emprendimos el año haciendo frente a lo que se presentara. Padres de familia, maestros, instituciones y alumnos tuvieron que aprender que en el cambio radica el éxito.

¡Qué gran lección de vida! Cambio,  una palabra que a muchos puede causar temor, pero que abre la puerta de la reinvención.  Una de las áreas que mayor reto presenta para reinventarse es la educación.  Los esfuerzos deberán estar concentrados en adecuar no solo la modalidad de enseñanza;  sino también los contenidos que los niños deban adquirir. Para ello, es necesario que tanto maestros, instituciones y padres de familia trabajen de la mano para lograr en los niños una enseñanza significativa.

La reinvención desde el punto de vista educativo deberá tomar en cuenta ejes como las plataformas educativas. Estas deberán ser escogidas con especial cuidado atendiendo a la edad de los niños y jóvenes.  Tan importante como esto  son los contenidos curriculares que determinan en gran medida el desarrollo de las clases. Este es un aspecto de suma importancia, ya que  se deberán preponderar aquellos contenidos que aporte a los alumnos un crecimiento significativo en su ser ms que en su saber.

Pero no solamente la escuela debe reinventarse, la reinvención empieza desde lo más profundo del ser y el maestro como guía y facilitador debe replantearse el objetivo primordial para con sus alumnos.  Richard Bach resume el papel del maestro en la frase “Eres maestro de lo que has vivido, artesano de lo que estás viviendo y aprendiz de lo que vivirás” Y así es, los maestros somos páginas en blanco también. Páginas que a raíz de esta experiencia podemos empezar una nueva era en la educación. Una era basada en la persona, centrada en el ser, para y por los niños.

Los niños tienen la capacidad innata de adaptación y como adultos podemos hacer que estos cambios sean más fáciles para ellos. Ser positivos, facilitar los procesos, aceptar las dificultades y gestionar las emociones son todas acciones que llevarán a nuestros niños a empezar con pie derecho.  No les inyectemos el temor al cambio; por el contrario, enseñémosles que en él radica la riqueza. Al fin y al cabo, el cambio es lo único constante en nuestras vidas y que  a pesar de que parecieran tiempos duros, lo mejor siempre está por llegar.

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Lourdes López

Licenciada en Educación