Por Mariana Tenas

Todos los seres humanos tenemos un don enorme que quizá no somos totalmente conscientes de su significado e importancia en nuestra vida y es el poder de adaptarnos. En los miles de años de la existencia humana, algo que ha sido permanente es el cambio y la manera en la que los humanos nos adaptamos a las distintas circunstancias para sobrevivir.  Puedo escribir una lista interminable de ejemplos, sin embargo quisiera enfocarme en cómo podemos determinar cuando es el momento de avanzar, de movernos, de pasar al otro escalón, previo a ello es importante conocer que es lo que nos detiene.

Me gustaría pedirles que se hagan una pregunta ¿qué me impide tomar la decisión de  moverme?  Refiriéndome con ello al momento cuando nuestro Ser se manifiesta indicándonos, “ya no es aquí” es momento de cambiar. Y quizá no hay una sola respuesta pueden existir diversas razones, por ejemplo: nos rehusamos a aceptar que queremos un cambio en nuestra vida, nos apegamos a un recuerdo, nos aferramos a un momento, persona o trabajo; o sencillamente nos da miedo y el temor a lo desconocido nos atrapa. En consecuencia, eso hace que nos estanquemos y que muchas veces nos refugiemos en evitar escuchar esa vocecita interior por miedo a explorar lo nuevo que esta afuera de mi comodidad. 

Cuando internamente sabemos que es el momento de cambiar y nos rehusamos a aceptarlo nuestro cuerpo entra en un estado de incongruencia emocional – corporal.  ¿Y qué es eso?  es cuando deseamos, pero no actuamos y cuando pensamos pero nos bloqueamos, generando un estado de inmovilidad.

El miedo entonces es una de las causas más frecuentes que nos impide tomar la decisión de cambio, algunas de las razones es por temor al fracaso, a la pérdida, poca autoestima o la falta de seguridad.   Todo ese estado de temor provoca en nosotros incertidumbre, ansiedad e inestabilidad; y es allí cuando debemos prestar toda nuestra atención porque es dónde se vinculan, activan y alimentan los pensamientos de miedo ya sea por razones reales o imaginarias, provocando reacciones que se manifiestan a través de nuestro cuerpo. Captemos las señales.

Aquí viene la siguiente pregunta, ¿tienes identificado cuáles son las sensaciones que te provocan  miedo?  Esta pregunta es muy importante que la podamos responder porque nos permite conocerlas, aceptarlas, iniciar un camino de auto conocimiento y actuar sobre ellas.  Aquí describo algunas sensaciones que surgen a manera de ejemplo para que las consideremos en nuestro propio análisis:

• Sudoración
• Palpitación más rápida
• Sensación de falta de oxigeno
• Temperatura corporal
• Tembladera en el cuerpo
• Sonrojarse
• Tartamudeo
• Escalofríos
• Flato
• Bloqueo o sensación de tener la mente en blanco (blackout)

Conocer las sensaciones que provocan el miedo en mí, me permite buscar las técnicas más adecuadas para manejarlo y  es uno de los primeros pasos para transformar el miedo en una oportunidad.

En este caso sugiero que prestemos atención a nuestra mente, a nuestras emociones y  a nuestro cuerpo.  Al momento de sentir que estamos enfrentando miedo o percibimos sus efectos, cuáles serían los pasos que deberíamos tomar en cuenta para liberarlo, soltarlo y dejarlo ir.  A continuación detallo algunas acciones que pueden ser de utilidad:

• “Situarnos en el momento presente”, traer nuestra mente al aquí y ahora nos permite dimensionar y establecer una conexión conmigo mismo; la vida es hoy.
• “Identificar a qué le tengo miedo”, eso nos permitirá la causa probable, determinando si el miedo es real o imaginario.
•  “Aceptar que tengo miedo”,  un paso importante es la aceptación, me permite dimensionar de mejor manera el momento que estoy viviendo; al aceptar empiezo a dejar fluir.
• “Ser amables con nosotros mismos” empezar a ser más amables con nosotros mismos, nos sitúa en una posición menos drástica y nos ayuda a comprender que sentir miedo es algo natural y que podemos trabajarlo.
• “Hacernos preguntas”, una de las maneras más sencillas de profundizar en temas internos es hacer preguntas frecuentes con sentido, eso nos permitirá abrirnos a nosotros mismos y liberar angustias, cuando las hacemos conscientes el miedo empieza a disminuir su tamaño.
• “Identificar y aplicar Técnicas”  investigar e informarnos prácticas de autoayuda, espirituales de relajación las que en el momento nos llamen la atención y que sean accesibles y fáciles de implementar, describo algunas que pueden funcionar:

• Meditar, escoger aquel tipo de meditación en silencio o guiada que nos ayude a traernos al presente, contribuye a calmar la ansiedad y a disminuir nuestro estado de alerta.
  • Respirar profunda y lentamente, una de las prácticas más simples y efectivas, nos ayuda a calmar la ansiedad, liberar el estrés y a calmarnos.
  • Práctica yoga, hazte masajes, reiki, escoge algo que te permita relajarte de esa manera mejoramos nuestra circulación y disminuye la tensión
  • Identificar pasiones como pintura, escultura, cocinar, leer, esto contribuye a afianzar la autoestima
  • Conectarnos con la naturaleza, es una de las que a mi criterio me ayudan a conectar con mi esencia, caminemos descalzos sobre la grama, sentarnos un momento a observar y deleitarnos con las bellezas de la creación.

• “Recrear pensamientos positivos” de situaciones que me hacen sentir bien y me permiten ver las cosas desde otro ángulo, me ayudan a equilibrar, me motivan y me inspiran a continuar.
• AMARNOS.

Algunas ideas para que podamos interiorizar, identificar nuestras reacciones al miedo determinar las posibles causas; para auto conocernos e iniciar un camino para nuestra liberación. “Que el miedo no me paralice sino que sea el combustible para avanzar”.

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Mariana Tenas