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Marzo, ¿mes para luchar por la liberación sexual femenina?

ONU mujeres ha declarado el tema para el año 2021 “Mujeres Líderes: por un mundo igualitario en el mundo de la COVID-19”, para conmemorar el día de la mujer.

Sin embargo en este artículo se quiere llegar más allá de la primera línea como protagonistas de la historia en el tema de la COVID-19 y se quiere lograr que cada una sea la protagonista de su propia liberación sexual femenina.

¿De qué se trata la liberación sexual femenina?

En verano de 1953 lo más sonado en los Estados Unidos fue la publicación del libro “La conducta sexual de la mujer”, también conocido como “El informe Kinsey”. Todos hablaban de los datos de Kinsey y muchos decían que era la cartilla sexual de los estadunidenses.

Alfred Kinsey hizo lo que nadie había hecho posible, que era entrevistar a miles de estadunidenses sobre sus experiencias sexuales, y en su investigación trató de meter cada tipo de relato y experiencia sexual. Las afirmaciones de Kinsey sobre la vida sexual de los estadunidenses acabarían afectándoles profundamente y las cosas jamás volverían a ser iguales.

En 1938 en la universidad indiana, Kinsey impartiría un curso sobre la sexualidad en los seres humanos, su programa de estudios prometía una serie de conferencias sobre la técnica sexual, la fisiología y la anticoncepción. Fue de gran controversia debido a que los adolescentes y los recién casados no sabían qué hacer la primera noche de bodas y ellos esperaban que el curso les contestara las dudas que tenían sobre el sexo. Kinsey dejo claro cuál era su filosofía: el único tipo de disfunción sexual es la abstinencia, el celibato y la demora del matrimonio.

Él enseñó que la ignorancia sobre el sexo era lo que verdaderamente llevaba al sufrimiento y que la liberación sexual era la clave para la fortaleza del matrimonio y una vida sexual.

Algún cambio de ese tiempo para acá… ¿Será la liberación sexual femenina una realidad o una estereotipación más, para hipersexualizar el cuerpo y conductas de las mujeres?

Hoy se vende que las mujeres gozan de una libertad plena en el campo de la sexualidad, cuando en realidad, cada vez el cuerpo femenino está más hipererotizado junto con una cultura hipersexualizada y un bajo autoconocimiento. Estamos viviendo una mezcla explosiva.

Sin llegar tan lejos en los baños públicos de algunos centros comerciales de Guatemala, se puede observar anuncios publicitarios para “bajar de peso”, “modelar la figura”, el esteticismo corporal no es una forma de liberación sexual femenina, la exigencia hacia las mujeres va en aumento; deben estar perfectas, ser trabajadoras, madres, tener buen cuerpo y además desear siempre tener sexo. Se está confundiendo libertad sexual con disponibilidad.

También confundimos erotizar y ser sexy con sentirse erótica y tener deseo. Se sigue fomentando a través de los medios de comunicación, el cine, el patriarcado, etcétera, a un prototipo de mujer disponible, accesible y que se ofrece hacia el hombre para gustarle y atraerle. En vez de potenciar el deseo propio, el conocer el cuerpo, el tener conciencia de una misma.

La liberación sexual femenina es poder decidir sobre nuestro cuerpo, sobre nuestras propias decisiones (valga la redundancia).

¿Cómo vamos a decir que se ha conseguido la libertad sexual si lo que se espera de las mujeres es estar erotizada y disponible?

Los efectos de este panorama son varios. El principal es la insatisfacción sexual, por ejemplo, el no llegar al orgasmo en el coito como el hombre espera, cuando en realidad hay mil prácticas y opciones para experimentar y disfrutar que no sea pasar por el coito, o que ese sea el final.          

También aparece la culpabilización por no satisfacer al hombre, por no tener deseo cuando él está deseándolo. Y sin olvidarnos del poco autoconocimiento y autoaceptación.

Se llegará a la verdadera liberación femenina y en especial la sexual, cuando las mujeres puedan ser ellas mismas, permitir la diversidad, conocerse a sí mismas, mostrar aquello que sientan y respetar todas las formas posibles de expresión.

¿Cómo lograr la liberación sexual femenina personal?

Más de cincuenta años después de la revolución sexual, y aun habiendo conseguido derribar buena parte de tabúes y de restricciones asociadas a la moral, la sociedad continúa condicionando a las mujeres de múltiples formas para tolerar e ignorar situaciones sexuales que les provocan dolor, incomodidad e incluso peligro.

En un cuestionario respondido por 154 mujeres cisgénero (mujeres cuya identidad de género coincide con su fenotipo sexual) de 20 a 50 años, un 51,3% afirma tener dificultades para expresar incomodidad o disgusto mientras practica sexo. De éstas, un 67% las tiene incluso cuando su pareja sexual es de confianza. A pesar de que es solo un cuestionario, estos resultados concuerdan con datos previos: investigadores del London School of Hygiene and Tropical Medicine concluyen en un estudio a 130 adolescentes de 16 a 18 años que el sexo anal es generalmente “doloroso, arriesgado y coercitivo” para las mujeres.

Loofbourow una periodista norteamericana, recoge las conclusiones de un estudio estadounidense sobre el dolor sexual que indica que un 30% de las mujeres afirman sentir dolor durante el sexo vaginal, y un 70% durante el sexo anal. Sin embargo, un elevado número no cuenta a sus parejas cuando el sexo les duele. ¿Cómo es esto posible? Y más importante aún, ¿cómo nos puede parecer normal?

Quizá podríamos empezar con trabajar la sexualidad femenina como práctica de la libertad, investigar en cada una los tabúes que nos persiguen desde la familia, y que de cierta forma estamos implantando a una nueva generación, no es nuevo el hecho de saber que desconocer nuestros derechos sexuales y reproductivos nos ha llevado por grietas sociales.

Pero este trabajo es de todos, no se trata de responsabilizar a los hombres, porque todos tenemos el compromiso de luchar juntos y como equipo. Y no se trata de hacerlo solo un día sino los 365 días para ir dando pasos hacia delante.

¿Quieres conocer más acerca de sexualidad humana?

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