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Soy madre y ¡ya no doy para más!

Por Wendy Ortiz

La invisible carga mental de las madres

Hace algunas semanas experimenté desgano, dolores de cabeza y poca creatividad así que decidí detenerme para escuchar qué era lo que verdaderamente estaba necesitando, entonces descubrí que el encargarme de casa, crianza, escuela y trabajo al mismo tiempo es una tarea interminable que puede ser tan hermosa como agotadora.

Cada día con interminables tareas: hacer los listados del supermercado y luego correr a comprar, mientras haces cuentas para respetar el presupuesto, llegar a la caja y darte cuenta que necesitas reajustar porque necesitas lo que llevas en la carreta, coordinar las rutinas y las clases extracurriculares de los niños, diseñar los menús nutritivos y acompañar a los niños para que se laven bien los dientes, responder el teléfono, darte cuenta que te quedan 10 minutos para una nueva reunión y que necesitas estar lista. De inmediato, sentarte en la computadora y ver como a tu hijo derrama el jugo y llora desconsolado porque quiere más y se ha asustado, empieza la reunión ya te están saludando mientras corres por más jugo, tratas de hacer acuerdos para que tu hijo respete tu tiempo de trabajo, terminas la reunión, sientes alegría por los avances y nuevos logros mezclada con cansancio, ves el reloj ¡Casi las 7! Te das cuenta de que necesitas preparar la cena, mientras lo haces te das cuenta de que el pan se quemó lo intentas reparar sacándolo de inmediato de la tostadora y te das cuenta de que no da para más, sales ya llegaste a la panadería y de inmediato vuelves para alimentar, para escuchar, para atender, para mediar, para seguir dando, haciendo y coordinando. ¿Has tenido días como este?

Solía pasarme mucho y solía ser agotador que todos los días funcionaran así, tener mil actividades alternas que asumimos como “obligación” o que pensamos que necesitamos hacerlas nosotras mismas porque alguien más no las hace como esperamos o como creemos que “se debe hacer”.

Todo esto que nos imponemos o que aprendimos que teníamos que hacer a la perfección desde que fuimos niñas, genera en nosotras lo que conocemos como “Carga mental”. Un estudio reciente de la revista Sex Roles llamado: “El trabajo invisible del hogar y ramificaciones para el ajuste; las madres como capitanas de los hogares” revela que el 78% de las mujeres encuestadas asumen la totalidad de la responsabilidad de la crianza y las labores del hogar, aunque no las ejecuten directamente, sí el gestionarlas y coordinarlas. También refleja que la carga mental tiene un impacto emocional en nosotras hasta llegar a experimentar sensación de vacío e insatisfacción en la vida de pareja.

Podemos culpar a nuestra pareja o a los hombres en general por no considerar o involucrarse directamente en la  crianza o podemos empezar pidiendo, cediendo y distribuyendo las labores de la vida de familia en consideración a las capacidades de cada uno, capacitar a nuestros hijos para que colaboren desde pequeños y distribuir las responsabilidades con nuestra pareja, esto puede implicar que muchas veces la casa no este impecablemente limpia o que en algunas oportunidades permitamos que la comida no sea la ideal, pero puede traer muchos beneficios en la vida de familia, en nuestro autocuidado y en el desarrollo de habilidades de nuestros hijos.

Imagina la misma escena con la que empecé este articulo solo que esta vez, tu esposo ha hecho el super, tu hijo ya ha aprendido a limpiar y servirse más jugo por él mismo, has hecho una calendarización previa (que tu familia conoce) de tus responsabilidades laborales y tus hijos manejan señales no verbales para comunicarse contigo mientras trabajas sin necesidad de interrumpir tus responsabilidades laborales, ¿Suena mejor no? Y también puede parecer un sueño, lo sé. Lo que puedo decirte es que requiere inversión de tiempo, comunicación y esfuerzo que bien vale la pena.

Para poder lograr la complementariedad en el hogar necesitamos asumir un trabajo conjunto, dejar de percibirnos como el jefe de familia para ofrecer una mirada colaborativa que se enfoque en el trabajo en equipo donde a veces se tienen resultados favorables y a veces no, pero siempre se aprende y nos enfocamos en el crecimiento en conjunto, esto mismo lo podemos implementar en la vida de familia.

Pero ¿Cómo lograrlo?

  • Es importante que practiques actividades de autocuidado mental, emocional, espiritual y físico continuamente.
  • También necesitamos comunicar a nuestra familia nuestras necesidades y explicar que tomaremos momentos de atención y descanso para nosotras.
  • Realiza reuniones con tu familia donde puedas distribuir las tareas del hogar y hablar de lo mucho que necesitan como familia colaborar para ayudar a los demás.
  • Lleva una agenda donde puedas anotar y cuidar tus tiempos para no saturarte de actividades.
  • Agenda tiempo especial con tus hijos donde ellos sepan que estarán juntos y compartirán actividades que les agraden y conecten.
  • Cuida tu relación espiritual y tu relación con Dios, es importante.
  • Trata de flexibilizar tus expectativas, “no siempre, no todo” encuentra los puntos medios.
  • Cultiva espacios de relajación y libres de tensión en donde puedas escucharte y conectar con lo que te hace sentir bienestar.
  • Activa tu vida social, acércate a las personas que te escuchan y acompañan.
  • Planifica proyectos que te generen ilusión.
  • Descansa las veces que sea necesario para retomar fuerzas y continuar.

Las madres movemos al mundo, pero muchas veces nos viene bien bajarnos de él para cuidarnos y ganar disposición para acompañar a nuestros hijos y hacer familia. Podemos hacer de nuestra familia un espacio de actividades compartidas y un escenario de desarrollo de habilidades.

Espero te aporte, comparto desde el amor,

Wendy Ortiz.

Psicóloga Clínica y Educadora de Disciplina Positiva.

Instagram: Creciendojuntoscondp

Facebook: Creciendo Juntos con Disciplina Positiva.

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