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Y fueron felices… ¿Para siempre o “mientras dure”?

Elbia O. Escobar Sosa

Hace unos meses enfrenté la triste realidad de que el matrimonio que yo creía era “muy sólido”, no lo era del todo.  Y no porque no faltaran problemas, o las dificultades de la mayoría, pero cuando te presentan al hijo de seis años de tu pareja, en un matrimonio de quince, si hay mucho que debes evaluar.

Como cualquiera tuve la opción de quedarme y mantener una relación irremediablemente rota o salir, recuperarme y reinventarme, así es que yo opté por la segunda.  Con toda certeza puedo decir que no he terminado de recoger los pedazos en los que mi vida se dividió, porque aquí empezó la travesía por las prioridades.

En primer lugar, el bienestar de mis hijas, porque tengo dos maravillosas y estupendas personas que debían salir lo mejor posible de todo el desastre que llegó sin previo aviso. Fue así como, entre terapia, el apoyo de una familia extendida maravillosa y una madre que se resistía a caerse a diario, puedo decir que vamos bien.  

Afortunadamente para mí, nunca dejé de trabajar, entonces la segunda prioridad fue el trabajo, y eso me dio tiempo de ir escogiendo poco a poco y una a una las situaciones con las que podía lidiar, analizar y dejar pasar.  Y así, después de meses de terapia y oración, llegue a esta reflexión:

Estamos tan llenos de ideas preconcebidas de lo que el matrimonio es o no, que ya cuando nos embarcamos en la aventura de la compañía mutua, las expectativas con las que cargamos nosotros y dotamos a la persona con la que decidimos emprenderla, nos sobrepasan en muchas maneras. Y no me malentiendan, porque a pesar de que mi matrimonio no funcionó, aún creo que es hermoso decidir compartir la vida con otra persona.  Tengo ejemplos maravillosos de matrimonios sólidos y personas que realmente decidieron compartir su vida, y su amor por el tiempo que la vida les dé.

Pero en este tiempo de reflexión, me di cuenta de que no estaba preparada para entender que no era para siempre, que era para “mientras dure” …  Porque a lo largo del tiempo que compartimos con una pareja, cambiamos, crecemos, maduramos, envejecemos y no siempre en ese orden o al mismo ritmo.  Allí toma relevancia el amor, la voluntad, la responsabilidad y el interés que conscientemente ponemos en que todo funcione, pero ¿y si no pasa? En este tiempo no encontré a nadie que me dijera que estaba preparada o preparado para la separación, para aceptar las causas y sobre todo las consecuencias.

Creo que debemos comprometernos, prepararnos y hablar con nuestro entorno cercano, saber que las personas cambian y que, si no estamos preparados y preparadas para cambiar al lado de nuestras parejas y aceptar estos cambios, la vida en común es más complicada, pero sin robarles las ilusiones, la felicidad y la esperanza. 

Debemos aprender a hablar de separación sin resentimiento, con la total resolución de sacar lo mejor de nuestra experiencia, porque cuando empezamos no éramos desconocidos, teníamos sueños, teníamos esperanzas y sobre todo la convicción de que la persona a nuestro lado era la correcta, si con el tiempo no es así, está bien.  Todos los cambios en la vida deben ser recibidos por lo que son, simplemente cambios, aunque algunos duelan y sean duros de soportar. Por eso, mientras dure es perfecto.

Ahora puedo decir, mientras duró fue bueno, mientras duró fui feliz y ahora soy feliz porque me quedo con lo bueno… Y a quien todavía no puede, ánimo que del resto la vida se encarga, y esa tristeza tampoco es para siempre.

Elbia O. Escobar Sosa

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