DEL INFIERNO AL CIELO
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Hola, soy Éricka, quiero compartir mi historia contigo.
Crecí como hija única, ya que mi gemela, murió muy pequeña, mis padres eran personas sumamente trabajadoras, por lo mismo trataron de darme lo mejor, mi madre a parte de su trabajo, vendía pastelitos y comida típica, mi padre siempre trabajaba horas extras.
A los 15 años veía guapísimo al maestro de inglés, un hombre de 28 años, era hijo de los dueños del plantel, también se dedicaba a administrar el negocio familiar. Noté que el maestro también puso los ojos en mí, como me ponía nerviosa, no avanzaba en clase, para poder pasar el año, mi madre le habló para unas clases privadas.
Jamás había tenido un novio, por lo que no tenía experiencia alguna, se hablaba poco de $3X0, por lo que ese primer día de clase, aparte que me besó, tuvimos intimidad. Yo me sentía muy asustada, pero sobre todo físicamente lastimada, porque a pesar que le dije que él era mi primer novio, fue sumamente brusco, pero él decía que era así de doloroso, igual yo me sentía enamorada.
Termina el año, obviamente gané inglés, pero me empezaba a sentir muy enferma, desganada, con sueño y vómitos mañaneros, estaba esperando a mi primera hija. Sus padres lo obligaron a casarse conmigo, mis padres aceptaron con la condición que me quedara en casa, a los 6 meses de la boda, nace mi hija, un año después tuve gemelos, a los dos días, mis padres tuvieron un gran accidente, no sobrevivieron.
Heredé un seguro de vida, al igual que 2 casas, se vendió una, todo el dinero me lo pidió, accedí por amor, a partir de ese día las cosas cambiaron, empezó a lastimarme, de hecho, constantemente me recordaba que el primer día de novios me entregué a él, todo eso lo repetía cuando estábamos íntimamente, utilizando su @rm@ de fu3g0, tubos, o los objetos que se le ocurrieran, haciéndome sentir que era mi obligación.
Me dediqué a cuidar a mis hijos, era un hombre indiferente, pero todos los fines de semana bebía, me usaba repitiéndome y haciéndome lo mismo.
Empecé a vender los pastelitos y comida típica de las recetas de mi madre en escondidas de él para tener algo de ingresos, ya que a mis hijos no les faltaba nada, porque era buen proveedor para ellos, pero yo, jamás manejaba efectivo, pensando que se lo daría a otro hombre.
Durante muchos años los abusos seguían, hasta la pandemia, se quedaba todo el día en casa y me lastimaba a toda hora, siempre de la misma forma, con insultos y amenazas. Mis hijos se daban cuenta, hasta que la mayor habló con sus hermanos y conmigo que se iba de la casa con su novio médico a Quiché, los 3 decidieron proponerme que me fuera también, obviamente no con mi hija, pero un amigo del papá del novio, me prestaría un local que le desocuparon a cambio de, limpiarlo mientras conseguía donde vivir.
Mis 3 hijos me dieron un poco de dinero, pero sabía que era para poco tiempo, no saqué nada de la casa, más que lo que llevaba puesto y documentos, 20 minutos después de esta conversación, salimos de casa, mientras el señor aun dormía de la borrachera del día anterior.
Mi hija y yerno me pasaron dejando al local que, estaba lleno de ropa de paca, sucio y mal oliente, que dejaron los inquilinos anteriores. A pesar que estaba a muchos kilómetros de mi casa, sentía miedo, pero lo primero que hice fue salir, sabía que tenía que regresar antes de las 6:00 PM por el encierro, comida perecedera y artículos de limpieza, ya que sería un fin de semana largo y de mucho trabajo. Para estar cómoda, coloqué la ropa sucia de una forma estratégica y dormí en la cama más deliciosa y apestosa de mis últimos 21 años.
Lunes siguiente llega el dueño del local para ver si necesitaba algo, a lo que muy osada le propongo que seamos socios, se me queda viendo detenidamente y extrañado. Le dije que yo podía ir a un mercado de mayoreo, comprar frutas y verduras para venderlas, la gente por temor no irá a un mercado, pero que necesitaba un socio capitalista, porque ese local no lo iba a alquilar, hasta que pasara la pandemia. Con una cara de aprobación dice “eres confianzuda, pero ¿cuánto necesitas? no tengo mucho dinero, pero si quieres, vamos ahora y compramos, pero si no funciona, me pagas cuando tengas trabajo”.
Felizmente me subo a su pick up y nos vamos, obviamente esa primera vez, compramos poco, pero me dijo, “cuando vendas la mayoría, me avisas, que hay que ir más temprano, para encontrar mejores precios”
Esa misma tarde lo llamo para informarle que ya había vendido todo, que ya tenía el dinero para comprar más y así fueron pasando los meses, hasta que se convirtió en un negocio próspero y establecido, la mitad de las ganancias eran divididas en dos ya que ese fue el trato, él recibía mucho más de lo que recibía de renta.
No quiero criticarlo, porque gracias a él tuve un techo e ingresos, pero cuando vio que renté a unas cuadras un apartamentito de 1 dormitorio, que compré una cama, refri, estufa (todo usado, gracias a vecinas que me vendieron a un buen precio) decidió decirme que el negocio era de él y que me podía tener como empleada, ganando un sueldo, obviamente no acepté, por lo que me pidió que me fuera del local, a lo que solamente le agradecí su ayuda, le devolví sus llaves saliendo dignamente, dándome cuenta que yo podía.
En el camino recordé a mi madre cocinando y decidí vender comida a domicilio, contactando a todas esas buenas clientas que me habían apoyado, me empieza a ir de maravilla, al año renté un lugar más grande, con mesas y sillas, siempre a domicilio.
A finales del 2023 mis hijos se graduaron de la universidad, se independizaron de su papá, quien nunca los trató mal, mi hija muy feliz con su esposo.
Decidí contratar un abogado para recuperar mi casa que tanto les costó a mis padres, obviamente el señor la había modificado, la dejó muy bonita y lujosa, pero fue con mi dinero también. A mediados del año pasado, voluntariamente salió de mi casa, aparte del ingreso de mi cafetería, también tengo la renta de esa casa, la cual les pertenecerá a mis hijos en el momento que Dios decida llevarme.
El año pasado me gradué de bachiller por madurez y este 2025 ingreso a la universidad.
Esta es mi historia, agradezco a Dios por su misericordia, a mis hijos, por el apoyo y a las personas que me tendieron una mano y espero ser de inspiración para alguna mujer que pase algo similar.
- Ericka