No tenés que salvar el mundo hoy… solo a vos
Hay días en los que pareciera que el mundo entero descansa sobre tus hombros. La familia, el trabajo, las emociones de los demás, las decisiones, el hogar, los pendientes, los silencios… todo. Y sin darte cuenta, estás tratando de sostenerlo todo, de resolverlo todo, de ser todo para todos.
Pero hoy quiero decirte algo con total honestidad: no tenés que salvar el mundo hoy… solo a vos.
No estás fallando por sentirte agotada. No sos menos por no poder con todo. No sos egoísta por querer tiempo para vos. Sos humana. Sos una mujer que da mucho, pero que también merece darse.
A veces, el mayor acto de fuerza no es seguir corriendo… es parar a respirar. A poner límites. A escucharte. A preguntarte con ternura: ¿y yo, cómo estoy? Porque sí, está bien cuidar a los demás, pero también está bien —y es necesario— cuidarte a vos misma sin culpa.
El mundo no se va a caer si no respondés ese mensaje hoy.
Tu casa no se va a venir abajo si pedís ayuda.
Tu valor no disminuye si decidís descansar.
Tal vez hoy solo necesitás salvarte un poco: con una oración, con una siesta, con una taza de té en silencio. Y eso también es suficiente. Eso también cuenta. Porque cuando te cuidás con amor, todo a tu alrededor empieza a ordenarse distinto.
Así que no lo olvidés: no tenés que demostrar nada. No tenés que ser perfecta. Solo sé vos. Y que eso sea tu prioridad.
"En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Señor, me haces vivir confiado."
Salmos 4:8









Yo soy esa, la que carga con todo y todos.