
MÁ…
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¿Cómo hacer que el corazón entienda, lo que la cabeza ya sabe? Talvez siempre lo ha sabido, solo es difícil de aceptar que se llegó el momento, que el tiempo es ahora.
Segundo trimestre del 2025, recibo la visita de mi hijo que vive fuera de la ciudad. Una visita esperada por año y medio. Preparé cosas en casa para recibirlo, me preparé psicológicamente para ese tiempo. Sabía que venía con un amigo, que venía a enseñarle la ciudad. Que el tiempo que lo iba a tener en casa, para compartir era limitado, “lo sabía” aun así, parece que mi corazón no se había enterado.
Fui a recibirlo al aeropuerto, mi corazón latía a mil por la emoción. Sale de la puerta del aeropuerto y lo abrazo, no puedo describir la alegría que sentía en ese momento. Transcurrió su viaje tal y como lo esperaba. Pero lo que no esperaba era la sensación que quedaría en mi corazón. Era una mezcla de felicidad y perdida. Era como vivir un duelo interno, como que el hijo pequeño, adolescente ya no existía más. Ese hombre, que gracias a Dios es, ya no necesita a su mamá como antes la necesitaba.
Me dediqué durante su niñez y adolescencia a enseñarle a ser independiente, porque sé que yo no seré eterna. Algún día tenía que salir del nido y volar, su propio vuelo. Pero en este proceso se me olvidó enseñarle a mi corazón que eso iba a pasar tarde o temprano. Que se iba a materializar algún día de la vida. Escribo estas palabras para todas aquellas “mamás” que están pasando por esto o para las que algún día lo tendrán que pasar. También para aquellas que ya lo pasaron y pueden sentirse identificadas de alguna forma con estas palabras que hoy plasmo en este artículo.
Hoy toca confiar en que hicimos un buen trabajo. En que lo que sembramos en sus pequeños corazones durante los años que tuvimos la oportunidad, hoy darán el fruto esperado. Se equivocarán, caerán, seguro que sí. Pero todo es parte del crecimiento, de la vida. Hoy toca ser espectadoras, pero “no pasivas”, toca orar, doblar rodilla por ellos. Confiar en que Dios en mi caso, por mis creencias lo tiene en la palma de su mano, como una vez me lo dijo. Me toca confiar en que Dios tiene planes de bien para mi hijo, su hijo.
Lo vi irse nuevamente en el aeropuerto una semana después. Algo había cambiado en mí. Algo se había roto. Pero a la vez algo empezaba a nacer, dentro de mí. Algo diferente estaba en mi corazón, una nueva etapa de aceptación y de abrazar los cambios que sé que vendrán en esta temporada. Ahora he aceptado que voló finalmente del nido y lo más importante que mi corazón acepta que hoy juego otro papel en su vida. Soy su Ma y siempre regresará a nosotros a mí y llenará mi corazón como lo hacía de pequeño, solo que ahora convertido en todo un hombre independiente y realizado.
En el proceso no se olviden de hablar a su corazón, de enseñarle también a prepararse para este momento. Aunque creo, que jamás va estar uno del todo preparado. Pero por lo menos que no nos tome de sorpresa. Busquemos dentro de nosotros ese valor de ser madre, pero también de ser mujeres independientes, útiles para la sociedad, para nosotras mismas. Nuestra identidad no es ser solo madres, es ser educadoras y formadoras de hombres y mujeres, que agreguen valor a sus propias vidas, que sean capaces de caerse y de levantarse las veces que sea necesario. Que aprendan a llorar, pero a limpiarse las lágrimas también y seguir adelante. Que rendirse no es opción mientras tengan vida. Que sepan a donde ir si tienen algún problema. Que puedan regresar a casa las veces que lo necesiten. Que el Má lo sigamos escuchando, aunque sea por teléfono, pero que siempre, siempre exista la comunicación de Madre e hijos intacta.
Hoy a todas a aquellas que tienen un vació en su corazón y en la mesa de la casa. Solo puedo decirles, hoy depende de ustedes que empiece un nuevo capítulo en su vida o que se queden estancadas en lo que antes era. Ese capítulo ya pasó, es momento de escribir uno nuevo y quien quita que en este capítulo encuentren una nueva versión que sea mucho más fuerte y agradable de ustedes mismas.
Un fuerte abrazo a sus corazones y al mío propio…empieza una nueva etapa en donde el Má será más espaciado pero sé que tiene la misma fuerza que antes y el mismo amor de siempre.
Rita Ambrosy-Valenzuela