Tías, abuelas y hermanas: el poder invisible y transformador de la crianza femenina
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En la narrativa tradicional, la madre suele ocupar el centro de la crianza. Pero en la práctica, muchas infancias han sido moldeadas también por tías, abuelas, hermanas mayores y otras mujeres de la familia que aportan amor, guía y presencia. Su rol, aunque muchas veces silencioso, es profundamente transformador.
¿Por qué son tan importantes?
1. Redes de cuidado
En muchas culturas, la crianza es colectiva. Las mujeres de la familia actúan como red de apoyo, especialmente en momentos de crisis, maternidad adolescente o ausencia de la figura paterna.
2. Transmisión de saberes y cultura
Las abuelas enseñan recetas, historias y valores; las tías son confidentes; las hermanas mayores actúan como modelos a seguir. Cada vínculo aporta una dimensión emocional distinta.
3. Co-maternidad emocional
Estas figuras también consuelan, contienen, celebran logros y ayudan a corregir errores, muchas veces con una ternura diferente pero igual de necesaria.
¿Cómo fortalecer estos lazos?
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Involúcralas activamente en la crianza.
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Reconoce su aporte: un “gracias” puede ser muy poderoso.
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Crea rituales familiares: comidas, paseos, noches de juegos.
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Permite que los niños construyan vínculos seguros con otras mujeres adultas.
La crianza no es un trabajo solitario. Es una red amorosa que se extiende más allá del rol materno. Y en ese tejido invisible, el poder femenino sostiene y transforma vidas todos los días.