
¿TU HOJA DE VIDA: VERDAD O MENTIRA?
Share
Todos en algún momento hemos tenido que construir un curriculum vitae o una hoja de vida para concursar, acceder o conseguir un trabajo. Ese documento formal suele ser el primer acercamiento cuando nos contratan para realizar una conferencia, consultoría, labor o en algún empleo.
La pregunta es, si ese dosier que hicimos realmente nos representa, pues a veces se convierte en un simple documento fugaz que no define lo que hacemos y mucho menos lo que somos.
A veces le falta alma, tanta, que el recorrido de una vida o trayectoria brilla por su ausencia. En otras ocasiones, lo que hay es hipérbole pura, información inflada, exagerada y hasta falsa.
Esa inflamación del ego tiene una causa, conseguir un contrato, un puesto o carga, pero muchas veces con la honestidad extraviada por ahí, en una sociedad que anula la verdad y taladra el Ser para que el Tener se instale.
Así las cosas, nos enfrentamos a una verdad esquiva, con datos trastocados que nutren el narcisismo al que obliga el sistema. Tal vez esto pasa porque transitamos por el borde del miedo al rechazo y al anonimato con nombre y firma, aspectos elementales de cualquier hoja de vida.
Cuando el que lee (aquél que desea contratar) abre el texto sobre sí mismo de ese otro que busca ser elegido, se despliegan datos y se revelan también inclusiones y exclusiones, cada uno decide qué información poner y cuál omitir.
Algunos de estos informes profesionales, son discretos, otros son rimbombantes, según el personaje que construimos para poder vender una imagen con el fin de representarnos a nosotros mismos como en cualquier monólogo.
De modo que las hojas de vida son una muestra de la vida misma, la mayoría de veces centradas en el producto y no en el proceso (quizá lo más valioso) que permitió llegar al resultado. Tampoco la idea es ser tan modestos que omitamos lo hemos estudiado, pues es valiosa nuestra experiencia, formación y titulaciones. Aquí el cuestionamiento es para las hojas de vida infladas y mentirosas.
Preguntémonos entonces a qué lógica responde la hoja de vida que hemos redactado. Ojalá no responda solo a la lógica mercantil que cosifica al sujeto como expresó Pierre Bourdieu en su texto, “La inclusión biográfica”. La idea es ser cuidadosos cuando hagamos nuestro currículum vitae para que no se convierta como dijo Sandra García Salord en un conjunto de “imágenes fijas y fragmentadas que carecen de historia”
Una buena hoja de vida contiene datos, destaca habilidades personales, profesionales y organizacionales, hace uso de un diseño bonito y apropiado, tiene en cuenta el manejo del lenguaje, cuida la ortografía, la puntuación, la redacción, privilegia lo reciente sin olvidarse del trayecto, no deja de lado los datos de contacto y hace aflorar al ser humano.
En este universo, es clave ser honestos, privilegiar la verdad y no solo la publicidad. En títulos y formación académica es importante verificar que la institución que expide los grados tenga acreditación real en tu país y esté avalada por los ministerios o secretarías de educación.
La mentira es un juego del lenguaje según Ludwig Wittgenstein y por sólida que parece, siempre se cae, se rompe y sus consecuencias son terribles, así que no olvides la ética, pues ésta respalda tu buen nombre y se constituye en una excelente carta de presentación de tu trayectoria y del impulso vital que te posee, ese denuedo que jamás podrá tener la inteligencia artificial.
Por:
Nevis Balanta Castilla
Docente universitaria, investigadora y poeta
Profesora de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas
Correo: nbalantac@udistrital.edu.co. nevisbalanta@yahoo.com