
Madres, catalizadoras de metas (Parte II)
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Además de trabajar en los tres ejes que plantea la primera parte de este artículo, los cuales considero fundamentales para ser madres catalizadoras de metas, también me parece importante analizar la forma en que transmitimos esa formación a nuestros hijos.
“Las personas aprendemos mejor con el ejemplo que con las palabras”
Posiblemente, tuvimos la experiencia de crecer en entornos de sobreprotección, o en dinámicas familiares con apegos no sanos, no lo planteo desde el juicio, sino desde el consciente entendimiento de que el tipo de formación que recibieron nuestros abuelos y nuestros padres, fue otra; ellos, al final, nos dieron lo que sabían, con las herramientas que tenían.
Sin embargo, considero que es una elección consciente el querer romper patrones y ejercer una maternidad enfocada en facilitarle el camino a nuestros hijos, respetando su esencia, sin pretender que se conviertan en aquello que hemos soñado, sino, antes bien, desear con todo nuestro ser, verlos convertirse en aquello que ellos han soñado y celebrar juntos el logro de cada una de sus metas:
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Sanar Pasado: “una mamá que busca sanar, sana a sus hijos y a los hijos de sus hijos”. Trabajar en nosotras mismas, buscar ayuda para sanar y perdonar el pasado, nos permite vivir de una manera más consciente nuestro presente, nos abre la posibilidad de crear un mejor futuro; y dejar un legado de sanación.
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Derribar creencias: los seres humanos nacemos como un lienzo en blanco que de a poco se va pintando de muchos colores: color familia, color cultura, color sociedad, color educación; nos cargamos de creencias que hemos heredado de nuestro entorno, la cuales, a su vez, heredamos a nuestros hijos.
Una madre que cuestiona sus creencias y tiene la valentía de derribar las que le limitan, le está enseñando a sus hijos que siempre se puede cambiar, que el pasado no nos determina, que somos seres libres, con la posibilidad de crear todo aquello que creamos que nos puede ayudar a ser mejores personas, sin importar si por años hemos creído que cambiar no era posible, reconocer, que cargadas de tantos “deber ser” y “sé perfecta” no nos hemos permitido ser.
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Creer en nuestros sueños: cuando una madre sana el pasado, derriba creencias limitantes y construye sobre nuevas creencias que le ayudan a fortalecerse como ser humano, le enseña a sus hijos a creer en sí mismos y a luchar por alcanzar sus sueños, porque ha visto hacer lo mismo a su madre, ha aprendido con el ejemplo y no con un discurso.
Finalmente, es importante resaltar que al convertirnos en madres catalizadoras de metas, empezamos a generar cambios no solo en nuestra forma de pensar, si no que también en nuestra forma de hablar, de sentir y de actuar. Con el cambio de mentalidad, incorporamos a nuestro vocabulario palabras que empoderan y afirman: “tú puedes”, “siempre lo has logrado”, “eres único-única”, “creo en tí”.
Nuestras emociones también se ven impactadas positivamente, las cuales nos permiten experimentar emociones que generan un impacto positivo en las de nuestros hijos: alegría, tranquilidad, paz.
“Instruye al niño en su camino y aunque fuere viejo no se apartará de él” Prov. 22:6
Como madres debemos confiar en la labor amorosa que hemos realizado en la educación y formación de nuestros hijos, verlos crecer y volar sus propios vuelos, con la certeza en que lo que se sembró desde la primera infancia, dará sus frutos en la edad adulta.