El milagro de la pequeña estrella
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En un pequeño pueblo rodeado de montañas, donde el frío invierno pintaba los techos de blanco y el aroma a galletas recién horneadas llenaba el aire, vivía Sofía, una niña de 8 años con una sonrisa que podía iluminar hasta el día más gris. Pero ese año, la Navidad se sentía diferente en su casa. La familia de Sofía enfrentaba tiempos difíciles: su papá había perdido el empleo, y aunque su mamá hacía lo imposible por mantener el hogar lleno de calidez, las preocupaciones se colaban en cada rincón.
A pesar de todo, Sofía soñaba con una Navidad especial. Cada noche, miraba al cielo desde su ventana y le pedía a la estrella más brillante un deseo: que su familia volviera a sonreír y que todos sintieran la magia de la Navidad.
El día antes de Nochebuena, mientras paseaba por el pueblo, Sofía encontró un árbol pequeño y torcido en el mercado. Aunque no era el típico pino navideño perfecto, a ella le pareció el más bonito porque lo veía lleno de potencial. Con los pocos ahorros que tenía, compró el árbol y lo llevó a casa.
Esa noche, mientras su familia dormía, Sofía sacó trozos de papel, botones, cintas viejas y todo lo que pudo encontrar para crear adornos. Colgó cada uno con cuidado, susurrando deseos de esperanza y amor. Cuando terminó, el árbol, aunque humilde, resplandecía con un brillo especial.
A la mañana siguiente, su familia despertó y encontró el árbol decorado. Junto a él, una nota escrita con letras grandes: "La Navidad no está en lo que tenemos, sino en cómo nos amamos. Esta es nuestra estrella para seguir adelante juntos". Sus padres se miraron con los ojos llenos de lágrimas y abrazaron a Sofía.
Lo que ocurrió después parecía un milagro. Los vecinos, al enterarse de la situación de la familia, decidieron ayudarlos. Trajeron alimentos, regalos para Sofía y hasta le ofrecieron un empleo al papá. Esa Nochebuena, la casa de Sofía no solo estaba llena de decoraciones, sino también de risas, abrazos y gratitud.
La pequeña estrella, torcida pero resplandeciente, permaneció en su casa como un símbolo de que, incluso en los momentos más oscuros, siempre hay lugar para la magia de la Navidad, cuando los corazones se abren al amor y a la esperanza.
"Porque hoy os ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor." – Lucas 2:11