
Cómo decir lo que piensas sin herir a los demás
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Hablar con honestidad es un arte. Todos queremos expresar lo que sentimos y pensamos, pero muchas veces el miedo a herir, a perder una relación o a generar conflicto nos detiene. Y cuando finalmente lo decimos, lo hacemos de forma impulsiva, dejando heridas que después no sabemos cómo sanar.
Decir lo que pensás sin herir no es imposible, pero requiere consciencia. Es entender que la verdad no tiene que ser un arma, sino un puente.
Primero, recordá que el respeto no se opone a la honestidad. Podés decir lo que sentís, pero elegí el momento y las palabras correctas. A veces, un “necesito que hablemos” abre más puertas que un “tengo que decirte algo”. Es mejor hablar cuando estés en calma, no desde la ira o el cansancio.
Segundo, hablá desde tu experiencia, no desde el juicio. Usá frases como “yo siento”, “yo pienso”, “yo necesito”, en lugar de “vos siempre” o “vos nunca”. Esto evita que el otro se sienta atacado y facilita la apertura para escucharte.
Tercero, aceptá que no podés controlar cómo reaccionan los demás, pero sí podés cuidar tu intención. Ser claro no significa ser cruel. Podés ser firme sin perder la empatía.
Ser honestos nos libera, pero ser honestos con amor nos conecta. Porque la verdad dicha con respeto no separa, sino que sana. Nos permite construir relaciones reales, donde podemos ser nosotros mismos, sin máscaras, pero también sin dañar al otro.
Hoy te invito a que no calles tus verdades, pero que las digas de manera que edifiquen, no destruyan. Porque hablar con amor también es una forma de amar.
“Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal…”
— Colosenses 4:6