"Ya ho te amo"...
Escuchar un “ya no te amo” puede sentirse como la estocada final a una relación. Sin embargo, muchas veces esas palabras no reflejan la verdad del corazón, sino el peso de miedos, dudas y silencios que nunca se hablaron. Una mínima incertidumbre puede convertirse en una decisión radical: cortar toda comunicación, bloquear redes, cerrar la puerta sin dejar explicación.
Pero detrás de ese alejamiento, en muchos casos, el amor sigue vivo. Lo que sucede es que la persona necesita espacio para sanar, reencontrarse y confirmar lo que siente. Es un proceso doloroso, tanto para quien se queda esperando como para quien decide irse, pero es también una oportunidad de crecimiento.
Aquí es donde solemos cometer el mayor error: creer que insistir, presionar o perseguir al otro es demostrar amor. Cuando en realidad, amar también significa respetar los silencios, dar tiempo y confiar en que, si el sentimiento es verdadero, volverá. Forzar una respuesta inmediata solo aumenta la distancia.
La enseñanza está en comprender que el amor no se extingue con un bloqueo o con un silencio. El amor verdadero necesita oxígeno, necesita pausas, necesita momentos de soledad para fortalecerse. Y si regresa, lo hará con certeza; si no lo hace, entonces nunca fue.
La invitación es clara: no temamos al espacio, no veamos la distancia como un enemigo, sino como un terreno fértil donde el amor puede crecer o demostrarnos que era hora de soltar.
“El amor es paciente, es bondadoso. No se enoja fácilmente, y todo lo soporta.” – 1 Corintios 13:4,7









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