Dominación femenina

Dominación femenina

Hablar de dominación femenina todavía incomoda a muchos. Para algunos, suena a una inversión de roles; para otros, a un tema “prohibido” que no debería mencionarse. Pero lo cierto es que la dominación femenina no se trata únicamente de sexualidad… se trata también de poder, de expresión y de un espacio donde la mujer asume el control con libertad y consentimiento.

En el plano íntimo, la dominación femenina puede aparecer en dinámicas consensuadas donde la mujer guía, decide, marca el ritmo y establece límites. Para muchas, es una forma de empoderamiento; para otras, simplemente un juego de confianza con la pareja. Lo importante aquí no es la práctica en sí, sino la base sobre la que se construye: respeto, comunicación y consentimiento mutuo.

Más allá de lo erótico, la dominación femenina también se vive en otros espacios: en la toma de decisiones, en la seguridad con la que una mujer puede expresar lo que desea, en su capacidad de decir “sí” y también “no”. Porque dominar no significa someter, sino tener voz, ejercer presencia y elegir conscientemente.

Romper el tabú de este tema es reconocer que la mujer no solo puede, sino que tiene derecho a ser protagonista de su placer, de sus decisiones y de su vida. Y que cualquier dinámica, dentro o fuera de la intimidad, debe basarse en la libertad de elegir.

Quizás el verdadero tabú no está en la dominación femenina como práctica, sino en la incomodidad social de ver a una mujer dueña de sí misma y de su deseo.

 

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