Cuando la política deja de ser espectáculo y se convierte en riesgo estructural

Cuando la política deja de ser espectáculo y se convierte en riesgo estructural

En Francia vuelve a vivirse la inestabilidad política: tras repetidos conflictos internos, el gobierno afronta nuevas tensiones que podrían convertirse en una crisis de credibilidad. El crecimiento económico ya está bajo presión por inflación y desaceleración, lo que alimenta la desconfianza ciudadana. 

El Banco Central de Francia advierte que sin estabilidad política, muchas de las reformas necesarias no podrán implementarse eficazmente. Los consumidores retrasan decisiones de gasto, inversores dudan, y las empresas enfrentan un clima de incertidumbre. 

En paralelo, se prepara un fuerte debate sobre nuevas elecciones, reformas al sistema electoral y redistribución del poder, pues muchos ciudadanos sienten que los partidos tradicionales han perdido contacto con sus necesidades reales. 

Este tipo de crisis no es exclusiva de Francia. Países en Europa, Asia y América Latina también se enfrentan al mismo desafío: ¿cómo garantizar gobiernos estables, transparentes y sensibles a las desigualdades, cuando la fragmentación política y los populismos avivan divisiones sociales?

Ciudadanas de todos los rincones buscan respuestas: liderazgos honestos, políticas concretas, justicia social y responsabilidad institucional. Porque cuando la política tambalea, quienes más dependen del Estado —las mujeres, los niños, los ancianos— sufren primero.

 

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