Cuando un aniversario oficial se convierte en símbolo de silencio
El cuarto aniversario del regreso del régimen talibán al poder en Afganistán fue marcado por celebraciones oficiales de las que las mujeres fueron completamente excluidas. Mientras en las calles de Kabul se realizaban actos conmemorativos liderados por hombres, las voces femeninas estuvieron ausentes de forma intencionada. Esta exclusión no fue una sorpresa, sino la confirmación de una política sistemática que desde hace años ha ido relegando a las mujeres al ámbito privado.
Desde la caída del gobierno anterior, las mujeres afganas han perdido el derecho a la educación secundaria y universitaria, al trabajo en la mayoría de sectores, a participar en espacios públicos e incluso a expresar sus opiniones libremente. Más de cien decretos se han emitido con el único propósito de restringir sus libertades. Esto ha transformado la vida de millones de mujeres que, en tan solo cuatro años, pasaron de la esperanza de progreso a una situación de represión total.
Durante el aniversario, muchas mujeres organizaron protestas silenciosas, tanto dentro del país como en el exilio. En varias ciudades, grupos pequeños se reunieron en interiores para recordar la fecha como un “día oscuro”. En el extranjero, especialmente en países vecinos, se realizaron manifestaciones visibles que exigieron al mundo no olvidar la situación en Afganistán. Estas acciones demuestran que, pese a la represión, la resistencia sigue viva.
La comunidad internacional observa con creciente preocupación. Organismos humanitarios y defensores de derechos humanos denuncian que Afganistán se ha convertido en el único país del mundo donde la mitad de la población vive bajo un régimen de segregación de género institucionalizada. El llamado es urgente: no basta con condenar, se necesitan acciones concretas para garantizar los derechos básicos de las mujeres afganas.









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