La violencia sutil

La violencia sutil

La violencia no siempre grita. A veces susurra. No siempre deja marcas en la piel, pero sí en el alma. Y muchas veces se disfraza de “normalidad” hasta que aprendemos a reconocerla. A eso le llamamos violencia sutil.

Es la broma “inocente” que en realidad hiere.
Es el comentario que busca minimizar lo que sos o lo que hacés.
Es el silencio intencional que te excluye.
Es esa mirada que te hace sentir menos.

La violencia sutil vive en los gestos, en las palabras disfrazadas, en las actitudes que se repiten tanto que parecen costumbre. Y lo más peligroso: puede instalarse en la vida diaria sin que quien la sufre se dé cuenta de inmediato.

Algunos ejemplos:
🔹 Comentarios que ridiculizan tu opinión, aunque se digan “en broma”.
🔹 Exigencias desmedidas acompañadas de frases como “si de verdad fueras capaz…”.
🔹 Restar valor a tus logros con comparaciones injustas.
🔹 Invalidar tus emociones: “Estás exagerando”, “Eso no es nada”.
🔹 Usar el silencio como castigo emocional.

La violencia sutil desgasta porque opera en lo invisible. Hace dudar de una misma, genera culpa y erosiona la autoestima. Y reconocerla es un paso esencial para decir: esto no está bien, no lo merezco, no tengo por qué soportarlo.

Hablar de ella no es exagerar, es visibilizar. Porque solo lo que se nombra puede cambiar. Y porque ninguna forma de violencia es “pequeña” cuando hiere la dignidad.

"El Señor es refugio de los oprimidos; es su amparo en momentos de angustia."
Salmos 9:9

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