No te rindas

No te rindas

Hay días en los que todo parece demasiado: las responsabilidades, las luchas internas, las pérdidas que pesan más de lo que mostramos. Días en los que el cansancio se disfraza de derrota y la voz interna nos susurra: “¿Para qué seguir?”.

Pero justo ahí, en ese instante donde la tentación de soltarlo todo es más fuerte, aparece la verdad que sostiene: no te rindas.

No te rindas, aunque la tormenta parezca interminable.
No te rindas, aunque tus lágrimas parezcan más numerosas que tus sonrisas.
No te rindas, aunque los sueños se sientan lejanos y el silencio de Dios duela.

Porque el cansancio no significa fracaso. Y el hecho de estar herida no significa que estés vencida. La vida no se mide por la ausencia de caídas, sino por la fuerza de levantarse una y otra vez.

No te rindas, aunque la ansiedad grite más fuerte que la esperanza. Aunque el duelo te visite por las noches o el recuerdo te robe la calma. Porque tu historia no termina en el dolor, sino en la fe de que lo mejor todavía está por venir.

Si hoy estás al borde, recordá: la rendición no es opción cuando hay propósito. Y vos tenés uno, incluso si ahora no lo ves claro.

Levantate, aunque sea de a poco. Volvé a intentarlo, aunque tiemble el alma. Respirar ya es un acto de valentía. Seguir, incluso a paso lento, es tu victoria.

No te rindas. Porque vos sos más fuerte de lo que imaginás. Y porque todavía hay páginas de tu historia que esperan ser escritas.

"El Señor es mi fortaleza y mi escudo; en él confió mi corazón, y fui ayudado."
Salmos 28:7

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