Un día a la vez

Un día a la vez

La vida puede sentirse abrumadora cuando tratamos de resolver todo de golpe. Los problemas se acumulan, las preocupaciones se multiplican y el futuro parece una montaña imposible de escalar. En esos momentos, la mente corre más rápido que el corazón y nos perdemos en un mar de “¿qué pasará si…?”.

Pero hay una verdad sencilla y liberadora: solo podemos vivir un día a la vez.

Un día a la vez significa enfocarnos en lo que está frente a nosotros, sin pretender controlar lo que aún no llega. Significa elegir respirar, enfrentar lo que hoy requiere atención y dejar el resto en manos de Dios.

No es falta de ambición, es sabiduría. Porque la ansiedad siempre quiere empujarnos al mañana, mientras la fe nos recuerda que la fuerza está en el presente. Hoy tenés suficiente luz para este paso, y mañana habrá nueva luz para el que sigue.

Un día a la vez también es permiso para descansar. Para aceptar que no tenemos todas las respuestas, y que está bien no tenerlas. Es aprender a agradecer lo pequeño, lo inmediato, lo que sí tenemos, aunque el futuro aún sea incierto.

Si estás en medio de una tormenta, recordá esto: no necesitas resolver toda tu vida ahora. Solo necesitás atravesar este día. Y después, el siguiente. Y así, poco a poco, la montaña deja de ser imposible.

Porque Dios no promete quitarnos todas las cargas de golpe, pero sí promete caminar con nosotros paso a paso. Y en eso está la paz.

"Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal."
Mateo 6:34

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