CÓMO TRANSFORMAR EL DOLOR EN UNA VOZ QUE INSPIRA

CÓMO TRANSFORMAR EL DOLOR EN UNA VOZ QUE INSPIRA

Nadie está exento de experimentar dolor; nuestro nacimiento, de hecho, es posible gracias a él, es parte de la vida. Lo silenciamos, lo guardamos, lo evadimos, lo reprimimos y en muchas ocasiones nos forzamos a superarlo. Sin embargo, el dolor no es algo que simplemente vino a lastimarnos, posee el potencial de generar vida. El dolor tiene un propósito y, al atravesarlo, puede resultar verdaderamente útil, ya que nos permite procesar y asimilar aquellas experiencias difíciles en nuestra vida. El dolor es maestro, y en sus lecciones nos enseña a pensar mejor las cosas y a tomar mejores decisiones, nos enseña a valorar los tiempos de calma y a descubrir nuestra fortaleza interna.  

El dolor puede interpretarse como una señal de alerta en nuestro cuerpo que nos indica la necesidad de hacer cambios, y no simplemente algo que está allí para quedarse y causar sufrimiento. Todo depende de nosotros, de nuestra perspectiva, del valor para poder enfrentar aquello que a menudo nos genera temor.  El dolor puede ser parte de nuestra historia, quizás experimentado en situaciones de traición, violencia o injusticia, tal vez llegó como balde de agua fría que congeló nuestra alma, y quizás se haya quedado por mucho tiempo y nos hemos habituado a él, asumiendo que es así como deben ser las cosas. No obstante, una permanencia prolongada del dolor corre el riesgo de transformarse en amargura, resentimiento, o en tristeza profunda, convirtiéndonos en una versión de nosotros que no somos al desear que otros experimenten vivencias similares a las nuestras. Sin embargo, tenemos la capacidad de elegir qué hacer con el dolor, y cuál será su influencia en nuestra vida. Podemos convertirlo en un catalizador que nos impulsa a escribir una nueva versión de nosotros mismos, llevándonos a la resiliencia y fuerza interior. Podemos aprovecharlo para desarrollar una sensibilidad y una empatía más profunda al identificarnos con quienes atraviesan circunstancias similares a las que hemos vivido, y lejos de caer en la autocompasión, elegir ir más allá del dolor, aprendiendo de la experiencia, tomándola para nuestro crecimiento personal.

Es importante comprender que no existen soluciones sencillas para la sanidad de un corazón roto o quebrantado. Es necesario atravesar el proceso de dolor, ya que es precisamente en este trayecto donde seremos transformados, desprendiéndonos de aquello que no contribuye en nada positivo a nuestra vida. Muchas veces evitar el dolor nos hace tolerar y vivir situaciones que, a largo plazo, resultan en un dolor mucho mayor.  Pero, entender que todo cambio y mejora en nuestra vida requiere un esfuerzo doloroso, nos ayuda a avanzar, a escoger esforzarnos para salir de la zona de confort que nos ha llevado a un estado pasivo y de sufrimiento. Es posible que en ciertos momentos no comprendamos, o no tengamos respuesta a las preguntas que surgen sobre las circunstancias que nos rodean, sin embargo, podemos tener la certeza de que es en el tiempo de dolor que podremos conocer nuestra fortaleza y el alcance de nuestras capacidades, más aún, es en ese tiempo de quebranto cuando experimentaremos el amor de Dios que nos brinda consuelo y nos impulsa a seguir adelante. Y este consuelo será testimonio de resiliencia y valor para quienes lo necesiten. Un testimonio que grita haber superado dificultades, y haber resurgido con la fuerza interna que da un nuevo comienzo, con la convicción de que la perseverancia y la aceptación del dolor transformador nos libera, nos otorga propósito y nos permite alcanzar nuestro potencial.

Raquel Godoy

Pastora/Psicopedagoga

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