Cuando el balón se vuelve voz: refugiadas afganas encuentran su liberación en el fútbol
En cada pase recuperado, renace una esperanza inquebrantable.”
Tras huir de Kabul en medio del caótico regreso del régimen talibán en 2021, numerosas futbolistas afganas buscaron refugio en Inglaterra, donde hoy encuentran en el fútbol un espacio de libertad, identidad y reconstrucción. En particular, Elaha Safdari, quien fuera arquera de la selección nacional apenas a los diecisiete años, se vio obligada a quemar su indumentaria deportiva y borrar su presencia digital por seguridad. Pero cuatro años después, el reencuentro en un campamento organizado por la FIFA en St. George’s Park se convirtió en una experiencia profundamente simbólica: más que entrenar, fue una reivindicación de su voz y su derecho al juego. Reuters
El deporte, en este caso el fútbol, se transforma en puente de resistencia. Entre tácticas y regates, estas mujeres reconstruyen su confianza y trazan pasos firmes hacia una identidad arrebatada. Atletas como Najma Arefi expresan este renacer con la convicción de representar, desde el exilio, a todas las mujeres afganas que hoy están silenciadas. Reuters
El desafío que enfrentan trasciende el terreno deportivo. Se baten contra barreras como la separación familiar, el choque cultural y el idioma, mientras lidian con el trauma y la incertidumbre. Aun así, en cada entrenamiento, en cada balón jugado, pulsiona una narrativa de reconstrucción donde el deporte se erige como vehículo de sanación y visibilidad.
El llamado de estas jugadoras no es únicamente deportivo: claman por que la FIFA las reconozca como representantes de su país desde el exilio, para que puedan competir internacionalmente y llevar su historia más allá del campo de juego. En esa legitimación, reside una posibilidad real de amplificar su lucha y regenerar su presencia pública.
Para nosotras, como lectoras y mujeres comprometidas, esta historia resuena con urgencia feminista. Es el testimonio de cómo el deporte puede redefinir identidades, abrir espacios de libertad y dar voz incluso en contextos de represión brutal. Nos interpela sobre la necesidad de mantener viva la solidaridad global con mujeres que, como en este caso, encuentran en el fútbol un refugio y un altavoz.
Que este texto inspire no solo admiración sino también acción: compartir, apoyar y promover visibilidad para estas atletas que rehacen su destino, balón a balón, en un escenario donde las reglas fueron impuestas, pero ellas han elegido jugar con su dignidad primero.









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