Cuando la ola del calor no perdona: España vive su verano más extremo
Hace unas semanas, las temperaturas en España batieron récords históricos. Durante el verano de 2025, la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) reportó que las temperaturas estuvieron en promedio 2.1 °C por encima de la media correspondiente al periodo 1991-2020. Ciudades del sur sufrieron oleadas de calor de más de 45 °C, algo casi impensable hace unas décadas.
El calor extremo, casi insoportable en muchas regiones, ha traído consecuencias reales: epidemias de incendios forestales, problemas de salud respiratoria y alteraciones en el suministro energético. En Galicia, por ejemplo, hubo días en que más del 50 % de los recursos disponibles para apagar incendios estaban ya comprometidos, lo que dejó a comunidades enteras en vilo.
Para las mujeres, la exposición prolongada al calor tiene impactos adicionales. Los estudios muestran que sufren más por agotamiento por calor, especialmente las que tienen responsabilidades domésticas, cuidan niños o cuidan de personas mayores, pues deben movilizarse más veces al día, muchas sin descansos adecuados. Además, las afecciones de la piel se agravan, y la salud menstrual puede verse afectada cuando no hay acceso fácil a agua fresca o sombra.
Las estrategias de adaptación aparecen como urgentes: reorganizar horarios de trabajo, reforzar infraestructura sanitaria para los golpes de calor, promover políticas públicas que provean refugios frescos y educar a la población para reconocer signos de deshidratación.
Este verano español no es solamente un episodio extremo aislado, sino un adelanto de lo que podría ser el clima habitual si no se actúa con decisión. Los expertos advierten que estos fenómenos serán más frecuentes si no hay compromisos reales de reducción de emisiones y de adaptación al cambio climático









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