
Importancia de una paternidad corresponsable
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“Para ser padre corresponsable hay que ser valiente y abandonar la comodidad de esperar a que la otra parte haga las cosas por ti. Tener el coraje de dejar de ayudar e ir más allá” Alvaro Merino
El desarrollo de los niños se ve impactado por la presencia activa de ambos padres, ya que ambos aportan al desarrollo integral del niño gracias a las características inherentes a su rol; independientemente de si están unidos o separados, esto no debería interferir en la responsabilidad que cada uno tiene con sus hijos.
UNICEF destaca la importancia de una figura paterna presente en la crianza de los hijos. Asimismo, hace referencia a estudios que evidencian que, una paternidad activa brinda múltiples beneficios para niños y niñas; y, que estos se desarrollan sanos y mejor. Un padre comprometido y afectuoso favorece el desarrollo de una sana autoestima, fortalece las habilidades sociales, impulsa un mejor desempeño escolar y promueve el bienestar emocional de sus hijos.
En algunas sociedades se ha normalizado que la crianza de los hijos sea una responsabilidad principalmente de la madre. Sin embargo, en los últimos años, hemos visto cómo las mujeres han accedido a más oportunidades para profesionalizarse; la necesidad de ser corresponsables de la crianza de los hijos cobra mayor relevancia. Desafortunadamente, en muchos contextos —como en Guatemala—, todavía un alto porcentaje de responsabilidad recae sobre la madre, incluso cuando ella también tenga un compromiso laboral fuera del hogar.
La invitación es a que ambos padres se involucren activamente en la crianza de los hijos, independientemente de si viven juntos o no; que se atrevan a romper el paradigma de que el rol del hombre es exclusivamente de proveedor, y el de la madre el de educar, criar y sostener afectivamente. La corresponsabilidad del cuidado de los hijos supone, además, beneficios para el grupo familiar, ya que permite el desarrollo integral de cada uno.
Me gustaría resaltar dos aspectos que considero vitales; y que tanto padres como madres necesitan asumir y practicar, independientemente si viven juntos o separados:
1. Compromiso: Cuando somos conscientes de que la paternidad sugiere, sobre todo, el compromiso de cuidar, proteger, amar y ayudar a desarrollarse a ese nuevo ser que ha llegado a nuestras vidas, el enfoque cambia. Recordemos que Dios ha puesto bajo nuestro cuidado la vida de nuestros hijos, para amarlos, cuidarlos, y ayudarles a desarrollarse de la mejor manera, para que se conviertan en adultos responsables.
2. Afecto: el impacto que tienen los afectos en el desarrollo de los niños muchas veces se ha minimizado, creyendo que los hijos estarán bien; siempre y cuando tengan comida, casa, ropa, estudios.
Sin embargo, si analizamos lo que plantea la pirámide de Maslow sobre la jerarquía de las necesidades humanas, conformada por 5 niveles, los cuales deben ser cumplidos para que el ser humano crezca, se desarrolle y se autorrealice; vemos que dentro de estas necesidades se encuentran tanto las fisiológicas como las afectivas y sociales.
Cuando ambos padres son afectivos, se genera la conexión profunda que permite que los hijos se sientan realmente cercanos a ellos. Se desarrolla confianza, y los padres se convierten no solo en sus principales referentes de vida; sino que también son ese lugar seguro al cual los hijos siempre elegirán acudir en primer lugar cuando enfrenten alguna dificultad, con la certeza que en sus padres encontrarán el apoyo amoroso y afectivo que requieren para poder atravesar los momentos difíciles que son parte del camino de la vida.
Para concluir, quiero hacer énfasis en la importancia de la paternidad corresponsable y activa, para procurar un desarrollo de seres sanos, física, mental y emocionalmente. Recordemos que, al formar un ser humano amado, valorado y respetado, estamos entregando al mundo, un ser que amará, valorará y respetará la vida de los demás; contribuyendo de esta manera a generar valor a la sociedad y a la creación de un mundo mejor.
Por Erika Barrientos