Mi vida es un cuento
Desde el vientre de mi madre ya creaba coreografías, imaginaba escenas con las voces de mis padres y cantaba las canciones que escuchaba de mis hermanos. Al llegar a este mundo traía bajo el brazo la pasión por el arte, herencia de mis padres: de mi madre, actriz de teatro, radio, televisión y cine; y de mi padre, amante de la música.
A los cinco años ingresé a la primaria. Aunque al inicio dudaban por mi edad, mi madre luchó para que me aceptaran. Me dejaron como oyente, pensando que no duraría mucho… pero ya sabía leer y escribir. Desde mis primeros años participé en concursos de canto, declamación y teatro, pues ya había actuado junto a mi madre. A los seis años intenté participar en un concurso televisivo de canto, pero no me aceptaron por mi edad y solo fui invitada. A los trece, fui nominada a actriz revelación de teatro, pero al enterarse de mi edad, también me descartaron.
Animada y apoyada siempre por mi madre, aproveché cada oportunidad. Ella me repetía que debía prepararme académicamente, porque del arte no se vivía. Y tenía razón: llevé una vida cotidiana como cualquier persona, pero siempre acompañada de mi vida artística, que era la de mis sueños.
En Radio Centroamericana tuve la oportunidad de aprender junto al licenciado Arsenio Pérez Hernández. Allí participamos en radioteatro y en un radioperiódico llamado El Heraldito . Tomé cursos de periodismo y aprenderá a manejar los controles de la radio.
El canto y el baile se apoderaron de mí. Fundé mi propio grupo artístico femenino de canto y baile, Schedir , con el que recorrimos Guatemala, algunos países de Centroamérica y México. A pesar de los viajes, continuaba con mis estudios y representaba a mi colegio en concursos académicos, logrando los primeros lugares.
Con los años me convertí en actriz de teatro, radio y cine, en madre orgullosa de dos hijos y en maestra apasionada por transmitir conocimientos. He sido docente de expresión artística, director de baile y de teatro, obteniendo con mis alumnos primeros lugares en concursos escolares. Varios de ellos incluso fueron reconocidos como mejores actores revelación. Hoy también tengo el honor de ser Embajadora de la Paz en Guatemala.
Uno de mis sueños cumplidos ha sido inculcar el arte a jóvenes, motivándolos a dedicar su tiempo a la cultura y alejándolos de las pandillas y malas influencias. No siempre ha sido fácil, pero mis alumnos han marcado mi vida. Recuerdo, por ejemplo, aquel joven que, a pesar de no tener una pierna y enfrentar grandes limitaciones físicas, llegaba cada mañana a los ensayos con una fuerza que me inspiraba a seguir.
Hoy continúo escribiendo mi historia a través de DC Art Academy , mi academia de arte, desde donde comparto mi experiencia y conocimientos. Estoy convencida de que aún queda mucho por hacer, muchos capítulos por escribir y muchos corazones que tocar a través del arte.
Mi vida es un cuento lleno de desafíos, aprendizajes y gratitud. Agradezco a Dios ya mis padres, quienes, a pesar de las limitaciones, me dieron lo mejor: principios y valores que me han acompañado siempre. Y aunque podría cerrar aquí con un “final feliz”, sé que todavía me falta mucho por vivir y compartir.
Por:
Edisa de Pereira









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