La paternidad en Guatemala

La paternidad en Guatemala

 

Hablar de paternidad en Guatemala nos lleva, inevitablemente, a examinar el marco legal que la regula. En muchos países, la maternidad y la paternidad han alcanzado un reconocimiento más equitativo, reflejado en beneficios como licencias remuneradas para que ambos padres puedan compartir los primeros días con sus hijos. En 2023, por ejemplo, Luxemburgo encabezaba la lista de países con mayor uso de licencias de paternidad, seguida de cerca por los Países Bajos.

En contraste, Guatemala dio un paso importante con la aprobación de una licencia de paternidad incorporada en el Código de Trabajo. Esta reforma otorga únicamente dos días de permiso remunerado a los padres, mientras que las madres continúan recibiendo 84 días de licencia por maternidad. Esta marcada diferencia pone en evidencia la desigualdad en la distribución legal de las responsabilidades parentales, perpetuando la idea de que el cuidado de los hijos es una tarea casi exclusiva de la madre.

Frente a esta realidad, surge una pregunta legítima: ¿cómo podemos esperar una participación activa de los padres desde el nacimiento de sus hijos si el propio sistema no favorece ni incentiva su involucramiento? A pesar de estas limitaciones, muchos hombres guatemaltecos optan por utilizar vacaciones o gestionar permisos especiales para estar presentes en ese momento tan trascendental. Su compromiso va más allá del nacimiento: se refleja en su participación en actividades escolares, celebraciones familiares o simplemente en el tiempo de calidad que deciden dedicar a sus hijos.

La paternidad se vive de muchas maneras. Algunos padres están presentes todos los días; otros, con menos disponibilidad, se esfuerzan intencionalmente por aprovechar cada instante. Algunos expresan su amor a través de los detalles, otros mediante aventuras, conversaciones o acompañamiento constante.

Personalmente, tengo la dicha de haber crecido con un padre que, pese a sus exigentes horarios laborales —salía antes del amanecer y regresaba al anochecer—, siempre encontré oportunidades para compartir con nosotros. Recuerdo con cariño cómo, en sus días libres, nos llevábamos a explorar los paisajes de Guatemala. Hoy, con mi esposo, vivo una experiencia distinta: gracias a su modalidad de trabajo remoto, ha estado presente en muchos hitos importantes de nuestros hijos. Es un padre que entrega su tiempo, energía y amor con plena conciencia, especialmente durante los fines de semana, que vive como una celebración constante en familia.

Tener estas dos perspectivas —la de mi padre y la de mi esposo— me lleva a reflexionar sobre el rol de las empresas en este tema. ¿Qué están haciendo las organizaciones para fomentar un verdadero equilibrio entre el trabajo y la paternidad? ¿Qué beneficios, más allá de lo económico, están ofreciendo a los padres para apoyar su bienestar familiar? Invertir en políticas inclusivas para la paternidad no solo impacta positivamente a las familias, sino que también fortalece el clima laboral y la cultura organizacional.

Hoy es un día para reconocer y celebrar a esos padres extraordinarios que, más allá de lo que dictan las leyes, deciden estar presentes en la vida de sus hijos. Padres que valoran cada momento, que construyen lazos sólidos, y que entienden que su rol no es complementario, sino esencial desde el primer día. Porque ser padre no se trata solo de biología ni de licencias laborales: se trata de una elección diaria, basada en el amor, el compromiso y la presencia genuina.

 

Jackie Velásquez

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