NO SOLO LOS JARDINES SE PODAN

NO SOLO LOS JARDINES SE PODAN

Romper patrones familiares también es una forma de cuidar a quienes vienen después

A veces, en la vida, también toca podar el alma. Así como en un jardín se eliminan ramas secas para que florezca lo nuevo, en las relaciones familiares puede llegar el momento de hacer lo mismo. No es fácil, duele, genera culpa, incluso miedo… pero crecer también es saber cuándo parar, poner límites o, en algunos casos, alejarse.

Cortar no siempre es sinónimo de odio o resentimiento. A veces es un acto profundo de amor propio. Porque mantenerse atado a vínculos que hieren, desvalorizan o perpetúan patrones dañinos no solo afecta a uno mismo, sino también a quienes vienen después: nuestros hijos, sobrinos, nietos...,cualquier nueva generación que nos observa y aprende de nuestro ejemplo.

No siempre se trata de cortar de raíz. A veces basta con no repetir. Con dejar de justificar lo injustificable. Con aprender otras formas de comunicarnos, de amar, de convivir. Hay una responsabilidad individual en romper con lo que duele, incluso si eso viene de alguien cercano, incluso si la cultura familiar insiste en callar y aguantar.

Educarse —sí, el término es válido— implica tomar conciencia de nuestros patrones y tener el valor de transformarlos. Porque la herencia no es solo genética; También se heredan silencios, miedos y formas de vincularse. Y es ahí donde comienza el cambio: en la decisión consciente de no seguir reproduciendo lo que ya no queremos.

Podar una relación puede ser también abrir espacio para vínculos más sanos, más libres, más amorosos. Y eso no siempre significa un adiós definitivo. A veces es una pausa, un límite claro, una distancia necesaria para sanar.

Es importante entender que no todo vínculo familiar es sinónimo de salud emocional. El "porque es tu sangre" no debe ser una cadena perpetua. A veces, quien más daño hace es alguien con tu mismo apellido. Y reconocerlo es el primer paso para no vivir atado a lo que no suma, no cuida y no construye.

Porque el amor —incluso el amor familiar— no debe doler. Y reconocer cuándo algo dejó de nutrirnos también es parte de crecer con dignidad. Cambiar patrones, poner límites y elegir la paz, no es traición: es evolución. Y eso también es un legado.

 

Carol Pacheco
Directora de Mindset Insights & Strategy

Teléfono público: 502 2376-4695

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1 comentario

Es muy importante la educación de nuestros padres, los valores que nos dejaron como legado para nuestra vida. Dicen que cada familia es un mundo, y es cierto porque la dinámica es bien diversa. Si nos enseñaron el respeto, la unión, la tolerancia, la solidaridad, el amor y otros más es mas llevadera la relación y placentera, porque hay confianza, apoyo y armonía. Pero si hubo violencia, mentiras, egoísmo, envidia, resentimiento eso se va dar y se repite. Por eso son importantes los límites con respeto y amor propio, tomar distancia, para llegar a la paz.

Reyna Lopez

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