
Resiliencia de ser mujer: Aprender, caer, y levantarte más fuerte
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Vivimos en una sociedad donde se premia a la mujer guerrera, una cultura donde la mujer debe ser esa mujer incansable y que siempre está dispuesta para ayudar. Pero, hay una gran diferencia entre una mujer guerrera y luchona como se le acostumbra llamar y una mujer resiliente.
Muchas veces, nos enorgullece poder identificarnos con una mujer guerrera, una mujer luchona, aquella que es incansable, que es fuerte y sobre sus hombros lleva la carga de todo aquel que necesita ayuda, la mujer guerrera que se olvida de ella misma, para dar su vida por otros, la que no sabe rendirse, y pelea contra todo por sacar a los demás adelante, pero, no nos hemos dado cuenta que ésta mujer en ese papel fuerte, posiblemente vive detrás de una herida de infancia que sigue doliendo en silencio, y de la que no es consciente, una herida que ha desarrollado en ella una personalidad fuerte, pero sobre todo, una creencia que la limita y la hace no pensar en ella, una creencia que la lleva a creer que no merece disfrutar, y a vivir para complacer, una fuerza que no es más que el resultado de circunstancias que la llevaron desde una edad temprana a desempeñar un trabajo que no era para ella, pues lo que necesitaba era cuidado y protección, y hacer aquello a lo que toda niña tiene derecho, a jugar, y sentirse amada.
Esta mujer guerrera puede ser el resultado de vivir una injusticia, pues desempeñó un rol que no le correspondía al ser una niña y aun así estar a cargo del cuidado de otros, es aquella mujer que dejó su niñez en pausa para tomar el papel de adulta, ya que los adultos estuvieron ausentes, es la niña que aprendió a ser querida y valorada por las cosas que hace y no por quien es, no me mal interpretes, no digo que esté mal ser valiente y pelear, lo que quiero decir es que hay una gran diferencia entre una mujer guerrera y una mujer resiliente, la mujer resiliente es aquella que no vive desde la herida, pues siendo consciente de ella, ha aprendido a tomar las decisiones que la hacen feliz, y la llevan a sanar cada día, que no le permite a las creencias que la llevaron a olvidarse de ella seguir teniendo el control de su vida, es una mujer que ya no siente la carga de la culpa ni el peso hiriente del rechazo, y que ahora no deja de lado su vida por vivir para los demás, sino que a través de su lucha por ser mejor inspira a otros.
La mujer resiliente, ha aprendido a poner límites que no solamente la protegen a ella, sino también a los que ama, así como a aquellos que buscan y exigen de ella más de lo que ella puede dar, es aquella mujer, que se pone en primer lugar no por egoísmo sino, para estar bien ella, para trabajar en ella y así y poder ayudar sin culpa a otros, la mujer resiliente vive y aprende de sus errores y caídas para no repetirlas y para crecer, la mujer resiliente no vive a la sombra del pasado, pues ya no vive en un papel de víctima por el rechazo, ya que es esto, precisamente, lo que nos hace pensar que debemos pagar un precio por nuestra felicidad, el sentir rechazo o culpa, culpa por no ser suficiente, y hacer todo o más de lo que se es posible para ser aprobada o valorada, es esto justamente lo que la mujer guerrera olvida y que la hace vivir en un ciclo interminable de lucha que la desgasta, que la hace pedir permiso para vivir y disfrutar, que la lleva a sacrificar todo aquello que le hace bien, ya que piensa que no tiene derecho, pues fue el papel que aprendió, y no lo suelta.
La mujer resiliente es fuerte, pero no lleva el peso del mundo sobre ella, es fuerte porque aprendió a decir que no para no cargarse tanto, y que al sentirse tan cansada sea ese cansancio el que le impida abrazar y dar amor.
La mujer resiliente mira hacia el pasado, toma la lección aprendida y suelta el dolor y así crece, crece porque ahora no hay resentimiento, pues ha aprendido que en la vida no se puede recuperar el tiempo perdido, pero si se pueden tomar decisiones distintas para aprovechar el tiempo que tenemos hoy, la mujer resiliente vive en perdón, sabiendo que en esta vida todos somos el resultado de nuestras creencias y de la información que hemos heredado o recibido al estar expuestos a ciertas circunstancias.
La mujer resiliente, sueña, y sabe que en ella están los elementos, las capacidades dadas por Dios para alcanzar todo su potencial y hacer de su vida un ejemplo de constancia y fuerza, al creer, creer que se pueden recorrer caminos, pero que también se pueden crear nuevos cuando los conocidos están bloqueados, la mujer resiliente no solo reescribe su historia, sino que transciende y cambia la historia de sus generaciones, rompiendo ciclos de dolor y sufrimiento cuando es coherente entre lo que realmente quiere y aquello que hace.
Por:
Raquel Godoy
godoyraquel74@yahoo.com