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A través de tu mirada

Mientras caminaba por el corredor de aquel hospital una tarde de abril, solo podía sentir a través de esas paredes, el dolor físico y emocional de todos aquellos pacientes que esperaban la llegada de un diagnóstico. Pero siempre tu mirada estaba clavada en mi corazón, Rosita, mi niña hermosa, me llegaste al alma con tu hermosa sonrisa y felicidad, dones que Dios te dio y que nunca se limitaron a pesar de que tu vida estaba confinada a una máscara de oxígeno. En cada visita, me inspirabas y me dabas fuerzas para salir adelante, tu padecías una enfermedad física y yo una tristeza del alma, pero nuestro dolor nos unió y nos llevó a tener una de las relaciones más significativas de mi vida, aunque solo fue por pocos días, pues Dios te llamo a su presencia para que así por fin pudieras vivir sin la máscara y correr por prados llenos de colores.  Recuerdo aquella primera vez que nos conocimos con el padre de Rosita, un hombre humilde y sin trabajo, agonizando por la enfermedad de su hija y sufriendo por no llevar alimentos a sus otros tres hijos y esposa, estaban atravesando uno de los peores momentos pues por la enfermedad de Rosita se quedaron sin trabajo, sin dinero y sin apoyo. Una realidad que pocos conocemos y que estamos muy pero muy lejos de comprender. Pues por muy mal que nos vaya, tenemos la bendición de tener comida los tres tiempos, agua caliente, ropa para cada estación, estudios, y nos sobra para poder ir al cine y pagar Q 15.00 de parqueo, cantidad con la que podría el papá de Rosita comer su cena.  Había días buenos y días malos para Rosita, pero con el apoyo de muchas personas y al oír el caso de ella, no dudaron en donar dinero para que se le pudiera comprarle ropa, productos de higiene personal, comida y dinero para que su papa pudiera comprar comida al resto de su familia. Recuerdo que de todo lo que se le llevo, lo que más le emociono fueron un par de sandalias blancas y su forma de expresar su alegría fue subir y bajar sus piernitas.  Un día llegue a darle un abrazo y ese día me agarro el dedo de mi mano muy fuerte y me dijo que no me fuera, su rostro estaba lleno de dolor, desesperación y tristeza. Extrañaba a su papa y lo quería de regreso con ella, él era su pilar, su fortaleza, su amor. Me quedé con ella hasta que se tranquilizó, pero yo me fui con mi corazón en mil pedazos, quería hacer tanto y me sentía tan impotente y frustrada.  Los días pasaban y Rosita se iba deteriorando, no solo físicamente sino emocionalmente también, trataba de recibirme siempre con esa sonrisa, pero los últimos días solo podía ver en su mirada el cansancio y el dolor, no hubo nada que pudiera subirle los ánimos, sus ojos empezaron a dejar de brillar.  El 10 de mayo, mientras se preparaba la celebración del día de la madre, iba en el carro a dejar unas donaciones y empecé a recibir varias llamadas del papa de Rosita sin cesar, al devolver la llamada, las únicas palabras que salieron fueron “Se nos fue seño, se nos fue.” lo único que pude hacer en ese momento fue parar el carro y llorar y llorar y llorar, me calmé y luego fui con el papa de Rosita. Al llegar el me abrazo y me dijo “No me deje seño, ustedes son mi única familia, ustedes nos ayudaron cuando no teníamos a nadie, no se vaya por favor” Nos quedamos con él y para mi sorpresa la ropita que le compramos fue la última que uso, pero no como se tenía planeado, que era cuando saliera caminando del hospital sino la iba a usar ahora para correr en los grandes prados de colores de nuestro Señor  Jesús dice que lo vemos a Él en los ojos del más necesitado, de los enfermos, de los rezagados, de los rechazado, y puedo dar testigo de ello, en la mirada de Rosita lo vi a Él y me decía día a día que cuando nos unimos al dolor del prójimo a través del amor a Él, comprendemos lo que es el verdadero significado del AMOR, FE Y ESPERANZA. Los invito a ver a Jesús y su inmenso AMOR por nosotros a través del prójimo. Cuando logramos sensibilizarnos con el dolor del prójimo, tendremos más amor para dar.  Es importante recordar que la empatía no solo es ser sensible al dolor del prójimo y ponerse en sus zapatos para comprender su situación, sino que hay que dejar sembrado en su corazón fe y dar herramientas para que pueda salir adelante con confianza y esperanza. — Licda. Paulina Buonafina  Psicóloga y Arteterapeuta  pba.arte@gmail.com  502 55210605 
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