Los amores platónicos son esas relaciones que nacen y crecen en nuestra mente, lejos del contacto físico o de una relación tangible. Son esos sentimientos que guardamos hacia alguien que, a menudo, parece inalcanzable: un artista, una figura pública, o incluso alguien que conocemos, pero con quien jamás hemos tenido una relación romántica.

Este tipo de amor nos permite idealizar al otro, imaginando una perfección que rara vez existe en la realidad. En muchos casos, nos enamoramos de la idea de esa persona, de sus virtudes, de sus talentos, o de lo que representa para nosotros, sin conocer realmente sus defectos o limitaciones. Los amores platónicos suelen ser seguros porque no implican el riesgo del rechazo, la vulnerabilidad o las complicaciones de una relación real.

Sin embargo, también hay un lado menos encantador de los amores platónicos. Al vivir en el mundo de la imaginación, podemos perdernos de la oportunidad de experimentar el amor real, con todos sus matices, altibajos y recompensas. Podemos quedarnos atrapados en una fantasía, esperando que algo que nunca será perfecto se vuelva realidad. En lugar de eso, deberíamos aprender a disfrutar el amor en sus formas tangibles, con personas reales que están a nuestro lado y que nos brindan cariño de manera auténtica.

El amor platónico puede ser hermoso mientras nos inspira y nos motiva, pero nunca debe reemplazar la búsqueda de un amor genuino, donde las imperfecciones son parte de la magia de estar en una relación.

Es importante recordar que, aunque los amores platónicos nos den una sensación de seguridad, el verdadero crecimiento y la felicidad se encuentran en enfrentar las realidades de las relaciones humanas, con todo lo que implican.