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""Tu fuerza es tu mayor virtud.""

Apagaron tu luz a golpes, un cobarde te arrebató la vida

La conocí cuando iniciaba la Licenciatura en la universidad, allá por el año 1999, no fuimos amigas, tal ves porque yo asistí a las aulas por tener un objetivo claro y no me di la oportunidad de convivir con mis compañeros en otros espacios.

Entonces, únicamente éramos compañeras de carrera y por mucho tiempo nos sentamos a la par y cruzamos un par de palabras. En la actualidad recuerdo a Catalina, como una mujer con un porte distinguido y una amplia sonrisa.

 Por azares del destino, ella decidió cambiarse de jornada estudiantil y nunca más volvimos a coincidir. Pasaron los años y hace un par de días una amiga en común me contó que Catalina murió recientemente y esa noticia me estrujó el corazón por las circunstancias como su vida se apagó.  Desde ese día he pasado con un nudo en la garganta y la indignación a flor de piel, ella no debía ser una estadística más de la violencia de género, un flagelo que corta de tajo las ilusiones, los sueños y la existencia de una mujer que es hija, hermana o prima.

Catalina murió a golpes. Sí, su vida se extinguió por la paliza que su “pareja” le propinó en el departamento que rentaban y donde nadie hizo absolutamente nada para auxiliarla o por lo menos avisar a las autoridades. Es lamentable como se ha normalizado el comentario de lo que pasa de paredes adentro es cuestión de la pareja, cometiéndose un feminicidio, como fue en este caso.

No logro dimensionar el infierno que vivió ella al lado de su pareja por mucho tiempo hasta desencadenar en su trágica muerte, ese día en que su victimario luego de golpearla incansablemente la dejó tirada inconsciente en la puerta de un centro asistencial solamente con su DPI. A la sala de urgencia fue requerida la policía nacional civil y el Ministerio Público por su estado de salud.

Para los padres de Catalina recibir la llamada de ese nosocomio indicándoles el estado de gravedad de su hija ha de haber sido una noticia sumamente impactante, ya que nunca se imaginaron la situación de violencia a la que hija fue sometida. Como tampoco nunca se enteraron que ella perdió a su bebé (abortó) por otra de las golpizas que fue objeto meses atrás y fue la que la motivó a dejar a su pareja para retornar al seno familiar.

Lejos estaba de imaginar que el supuesto arrepentimiento y ofrecimientos que le hizo su conviviente para que volviera con él, terminaría en el cuarto de hospital, tras estar conectada a tubos y máquinas, dos meses después falleció, llevándose con ella, el sufrimiento, las humillaciones y la violencia física y psicológica que le ejerció este cobarde sistemáticamente.

Con su deceso, la familia también se enteró que el daño del hígado de Catalina no era secuela de haber padecido el COVID sino de los golpes que constantemente recibía en el estómago, testigo de otros episodios violentos que dejó más cicatrices en el área.

Hoy quiero con estas líneas darle voz a una mujer (que no reconocí en la última foto que me mostraron de ella, porque no tenía ni la sonrisa ni esa mirada resplandeciente) que fue violentada a manos de quien dijo quererla, que le arrebató su dignidad, la oportunidad de ser madre y la silenció de la manera más ruin al matarla usando la fuerza bruta.

¿Desde cuándo empezó tu calvario?, ¿por qué nunca te atreviste a contar lo que sufrías con ese “hombre?, y ¿por qué no aceptaste la ayuda que te ofrecieron para ir al grupo de apoyo para superar la pérdida de tu bebé? Esas respuestas jamás las tendremos, tú partiste con el Creador y el cobarde que te asesinó desapareció de la faz de la tierra, huyendo de la justicia terrenal, sin embargo, estoy convencida que de la justicia divina no escapará.

Muchas veces he escuchado a otras mujeres decir, a la primera señal del maltrato se debe dejar al tipo, o, yo no estoy para soportar esto, o por qué no lo denuncia, pero, solo aquella mujer que es violentada sabe las circunstancias por las que está atravesando y las constantes amenazas que reciben por parte de su agresor al punto que el miedo paraliza y pudiendo llegar a sentir culpa, vergüenza o rechazo.

Es muy fácil estigmatizar a la víctima y opinar, no obstante, quien lo experimenta en carne propia sabe sus razones para callar y aguantar, hasta que en muchos casos llegan a ser víctimas de las estadísticas de muertes violentas.

Catalina te mando un abrazo hasta el cielo. Espero que este relato sea una llamada a la conciencia para las familias a que conversen claramente con sus hijas e hijos del respeto a la vida humana, a las autoridades a buscar los mecanismos para que estos homicidios no se queden impunes y a la sociedad para reflexionar cuándo perdimos los valores morales que nos regían en defensa de los más vulnerables.

Recuerda que el silencio no es opción y amarnos, significa procurar espacios libres de violencia donde podamos realizarnos plena y libremente.

Autor anónimo

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