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¿Cómo deberían ser las Maestras o Guías Montessori?

Por Meiby Argueta

La Transformación de las Guías Montessori 

Hace más de 20 años en países centroamericanos nos formaron a la mayoría de los maestros, como facilitadores de contenidos. Nos preparaban con técnicas de enseñanza y aprendizaje donde el objetivo era que el niño aprendiera a través de sus maestros los contenidos obligatorios que exigía el currículo del Ministerio de Educación.

Por otro lado, en otros países más desarrollados, ya habían empezado a conocer diferentes metodologías de enseñanza donde los principales actores no eran los maestros sino los alumnos. Hoy, en Guatemala, y en muchos otros países estas metodologías están floreciendo, y gracias a miles de situaciones como la Pandemia del COVID 19, algunos padres han decidido involucrarse más de cerca en la educación formal de sus hijos utilizando tecnologías y metodologías que se adaptan más a las necesidades de su familia.

Uno de los métodos más admirados en esta época en todo el mundo es la Metodología de María Montessori, doctora Italiana, que explica cómo los niños necesitan a un adulto que los acompañe en el desarrollo de todo su potencial para convertirse en adultos plenos.  La guía Montessori o Maestra Montessori debe tener mucha imaginación y tener fe en el niño para poder ser una buena acompañante.

María Montessori en su libro “Educar para un Mundo Nuevo” dedica su último capítulo para explicar las cualidades que deberían tener los educadores que aplican este método. Ella visualiza esta preparación en tres etapas de evolución:

En la primera etapa la maestra debe convertirse en una cuidadora del ambiente preparado. Es decir, de cada uno de los materiales de salón de clase. “El material didáctico siempre tiene que ser muy lindo, colorido y en buen estado, no le debe faltar nada”.  Debido a que las guías somos parte de ese ambiente siempre debemos tener cuidado con la limpieza y hasta los movimientos que realizamos deben ser suaves y cuidadosos, porque en mi experiencia personal así mismo serán los movimientos de los niños que nos observan. Igualmente, si somos los padres o solo somos los educadores. 

En algunas ocasiones los niños me han imitado hasta en los errores que he tenido, por ejemplo, si se me cae algo al piso, porque creen que es parte del proceso de la actividad.

En una segunda etapa la educadora debe ser muy creativa para captar la atención de los niños, sobre todo en los que aún no se interesan por nada y, por tanto, no tienen momentos de concentración.   Debemos desarrollar nuestra creatividad observando los puntos de interés de los niños, debemos ser perseverantes porque muchas veces la actividad que hoy no les gustó será su preferida en un par de meses. Por eso, cuando nos preparan para ser Guías Montessori es parte del entrenamiento la manera en que invitamos al niño a realizar una actividad porque nuestras palabras lo motivarán a intentar nuevos materiales.

La tercera etapa es cuando ya se logró que el niño se concentre en alguna actividad y entonces debemos aprender a frenar nuestro instinto de ayudarles o felicitarles, puesto que su proceso mental de aprendizaje se ve interrumpido.

En cambio, dice María Montessori debemos esperar y observar y siempre recordar que el objetivo no es simplemente realizar esa tarea, sino conquistar cada una de sus dificultades.  Incluso sus compañeros de aula aprenden a trabajar en silencio para no interrumpir el trabajo de los otros o las lecciones individuales que la maestra esté brindando en este momento. Es esta una de las razones por las que el método ha tenido tanto éxito desarrollando la independencia en los niños más pequeños.

Este proceso de transformación, aunque se escucha simple, fue uno de los más difíciles en mi experiencia personal puesto que el método te programa explicándote la importancia de seguir más al niño de forma relajada, ordenada, creativa, e incluso a resolver pacíficamente los conflictos.

Este entrenamiento poco a poco te transforma internamente y te motiva a ser siempre el mejor modelo para los que aprenden de ti.

“Feliz de aquella maestra que ha conducido a su grupo hasta un punto en el que puede afirmar: “Da lo mismo que esté o no, igual la clase seguirá como de costumbre. El grupo ya es independiente”. Para alcanzar esta meta, la maestra tiene que desarrollarse y seguir un determinado camino.”

María Montessori , Educar para un Mundo Nuevo (1943)

Meiby Argueta de Pérez

Psicóloga URL, Catedrática de UNIS

Certificada en Educación Montessori (Canadá)

Master en Educación (España) y en CCSS (Flacso)

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