Dones y Talentos

Por Erivan Campos Conde

Es fácil reconocer nuestros dones y talentos. Sabemos, en el fondo de nuestros corazones para qué sí y para qué no somos buenos.

Desde niños vamos notando qué se nos da con facilidad y en qué áreas necesitamos un empeño extra o sobrehumano. Así, vamos creciendo… Unos buenos para la música, otros para el baile, otros para el deporte, otros en la escritura, otros en las relaciones interpersonales, otros para transacciones y los dineros, otros para mentir, otros para ocultar, para engañar, para manipular.

Sí, todo es un don, incluso aquello que parezca negativo. Pues negativo es su uso, pero no hay fuerza que no pueda ser utilizada para el bien, no hay nada que no pueda ser reencauzado.

Sobrevivimos las edades de los “no sirvo para nada”, “no sé qué hago en este mundo” y “yo no pedí nacer” y llegamos a la mitad de nuestra vida y ya sabemos nuestras fortalezas. ¡Enhorabuena!

Ahora, ¿qué harás con ellas?

¿Vivirás día a día, pasando las horas, esperando el fin de semana y extrañando el domingo?

¿Vivirás deseando que se acabe ya este día para que aparezca, por fin, ese futuro idílico?

¿O tomarás acción?

¿Acaso no estarán enterrados tus talentos?

Y en caso sí lo estén, ¿tienes una idea de cuántos años llevarán tus talentos dormidos o medio utilizados?

Desentiérralos, límpialos, ¡aún no ha regresado el amo y no ha visto tus talentos llenos de tierra! Estás a tiempo de sacarlos, ponerlos a su disposición y preguntarle: Señor, ¿qué hacemos con este talento?