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Los mejores consejos para hablar de sexualidad con tus hijos pequeños

Por Karin García

¿Educación sexual? ¡Si mi hijo tiene solo tres años!

Pues entonces, él o ella ya ha recibido muchísimos mensajes sobre la sexualidad y ni te has dado cuenta, básicamente más de tres años de información…

Pongámonos a pensar:

Cuando se les toca y abraza a los bebés, se les enseña que son queridos. Cuando les escogemos ropa (azul o rosada), juguetes (carritos o muñecas) o actividades (juegos de pelota o a la casita), les presentamos mensajes sobre los papeles de hombre y de mujer.

Ver a un hermano, hermana o padre bañándose enseña las diferencias físicas entre hombre y mujer.

La buena (o la mala) voluntad de los padres a responder honestamente a la pregunta:”Y, ¿cómo salió el bebé?” transmite una actitud sobre el sexo.                                                         

En realidad, los padres ya hemos estado educando a nuestros hijos sobre el sexo todo el tiempo, con las palabras y también con el silencio; con nuestra comunicación verbal y corporal. Nuestras respuestas y acciones han enseñado mucho a nuestro hijo sobre la sexualidad, no solo con la mera información, sino por sus valores y actitudes, que es lo que en realidad forma parte de la integridad e identidad del ser humano.

Nosotras no podemos evitar ser la pieza más importante, como educador sexual, de nuestro hijo o hija y tampoco lo debemos evitar; somos quienes los acompañan con el día a día; escuchamos sus ocurrencias, escuchamos sus inquietudes, la verdad es que terminamos volviéndonos uno con ellos y eso facilita la vía de comunicación. 

Siendo su padre o madre, somos quienes más influimos sobre el desarrollo y las actitudes sexuales de nuestro hijo. La experiencia familiar que rodea al niño desde su nacimiento determina hasta qué punto nuestro hijo va a tener sentimientos saludables y positivos sobre la sexualidad.

Con todo eso, la idea de que la educación sexual empieza desde el nacimiento es para mucha gente una idea rara. Por consecuencia, los padres pueden dejar pasar muchos años antes de darse cuenta que los niños, desde muy pequeños, merecen una educación sexual bien pensada y con buena intención.

Entre más concientemente educamos los padres a nuestros hijos acerca del sexo, mejor preparados estarán para enfrentarse con las elecciones y los desafíos que les esperan.

Recuerda que la Inteligencia sexual incluye: el conocimiento de sí mismo, habilidades sexuales interpersonales, conocimiento científico y consideración del contexto cultural de la sexualidad.



Bueno entonces ¿cómo debo de responder?                                                         

¿Cómo reconocer las preguntas? Los niños se interesan en la sexualidad mucho antes de que puedan hacer preguntas. Por ejemplo, un niño pequeño puede querer ver a papi bañándose o tocarle el vientre a mami, embarazada. Estas situaciones presentan “momentos ideales para enseñar” lecciones sobre la anatomía, la reproducción y el nacimiento.                                                          

Cuando los padres aprovechan esas oportunidades, no solo les dan información a sus hijos, sino también demuestran su voluntad de discutir del sexo con ellos. Así se establece un ambiente de confianza y de bienestar, lo que anima a los niños a pedir a sus padres la información sobre la sexualidad que necesiten en el futuro.

No se preocupe que le haya dicho demasiadas cosas demasiado temprano. Su hijo va a asimilar lo que él o ella pueda y le interese y mostrar aburrimiento con lo demás: va a bostezar, tener los ojos lustrosos, se va a levantar. Pero sus comentarios no serán gastados. Su hijo tal vez no captó todos los detalles, pero si va a entender que “a mami y papi se les puede preguntar”. 

No corre peligro con mucha información demasiado temprano; por el contrario, corre más peligro con muy poca información demasiado tarde. Cuando los padres reconocen las preguntas y contestan con cariño y honestidad, están en el buen camino para dar calidad a la educación sexual de su familia.

¿Por dónde empezamos?

La responsabilidad que los padres tienen respecto a la educación sexual es muy importante. Lo es en todos los contextos y culturas, pero es especialmente crucial en países en los que esa formación está casi exclusivamente a cargo de ellos.

En Guatemala por ejemplo no contamos con un programa efectivo de educación sexual, por lo que los padres quedan a cargo de un rol fundamental. Lamentablemente, muchos adultos prefieren evitar estas charlas y dejar que la información llegue a los chicos de la mano de amigos, de internet o, directamente, de la pornografía.

Mi recomendación es que mediante el desarrollo de la inteligencia sexual del padre y madre, se pueda transmitir al niño en todo su desarrollo a lo largo de su vida y curiosidad en cada etapa, todo el conocimiento que obtengan y que sea de manera científica, que carezca de erotismo, es puramente educación.

Quienes me siguen en mis redes de instagram o facebook como @cienciaypasion_edu podrán darse cuenta que la educación sexual se ve desprovista de erotismo, sexo sin ser eróticos y mucho menos obscenos. Y es que, en realidad, de lo que hay que hablar cuando hablamos sobre sexo con chicos es de salud, de técnicas, de emociones, de maneras de relacionarnos, de ideas sobre el amor, el cariño y el respeto.

Es un error bastante clásico pensar que hablar de sexo está indefectiblemente asociado a calentar o provocar. Se puede perfectamente tratar estos temas sin poner una carga erótica sobre lo que estamos diciendo. Esto se hace a través de las siguientes herramientas:

  • El uso de lenguaje técnico. Llamar a las cosas por su nombre, no infantilizar ni vulgarizar los nombres de las partes del cuerpo, ni de las prácticas, cambia completamente el tono de una charla.
  • Hablar de “la chichi” para dar información seria es una contradicción de por sí, y denota incomodidad. Digamos mejor “vagina”, “vulva”, “pene”, “testículos”. Llamemos a las cosas por su nombre sin miedo y evitemos la connotación vulgar, chistosa e incluso erótica. La naturalidad. Hablar frontalmente, sin necesidad de taparnos la boca, reírnos o ponernos muy solemnes, denota seguridad.

Esto es solo un par de técnicas, síguenos para más técnicas en @cienciaypasion_edu 

Karin García

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