En los años 90, me casé con un hombre el cual tenía todas las cualidades para ser el príncipe azul que siempre soñé. Caballeroso, atento, amoroso, tierno. Una persona que era lo que ni siquiera buscaba puesto era mucho para mí. Paso un año y me pidió matrimonio, y yo sin pensarlo le dije “sí”, mi familia estaba muy emocionada por la noticia, puesto todo lo que miraban en él era bueno.

Transcurrieron los primeros cuatro años y todo sin queja alguna, logramos comprar una casita, salía a trabajar temprano todos los días y proveía de una manera sin tachones ni manchas dentro del orden que él manejaba.

Casi por cumplir nuestro aniversario de cinco años, en una noche donde lo esperaba con la cena, había estado planchando toda la tarde su ropa, en la cual una de las camisas se me había quemado un pedazo de la manga. Así que cuando llegó lo recibí como siempre, iniciamos la comida y le comenté lo que había hecho, cuando le dije lo de su camisa, me miró como nunca lo había hecho, soltó el cubierto y me pegó con la mano cerrada en mi frente; caí de la silla sin saber que era lo que estaba pasando, vi sus zapatos que se acercaban, me levanto como que fuera una bolsa, me tiro al sillón, y me pegó tantas veces que perdí la cuenta y la consciencia. Cuando desperté era casi medio día me dolía todo el cuerpo, estaba desnuda puesto había también abusado de mí. Claramente él no estaba en la casa. Caminé como pude al baño me vi en el espejo y era otra persona de tantos golpes que había recibido.

Me puse a pensar en que era lo que yo había hecho, y porque él me había hecho esto. No lo entendía, era yo el problema o que era lo que estaba pasando, ya que pensaba que era una pesadilla, puesto nunca había sido agresivo conmigo y con nadie.

Me bañé, tomé mi auto y fui al consultorio de un amigo médico, ¿cuándo me vio lo primero claro fue que pasó? Y le mentí diciendo una gran historia, cosa que no me creyó, me atendió, me curó y me fui a la casa aun sin saber que era lo que me había pasado. La noche llegó y pues él también a la hora de costumbre. Cuando me vio me saludó como siempre y se sentó a cenar como siempre, como que nada hubiera pasado, amoroso, cariñoso y todo lo que siempre por las noches cuando llegaba era su comportamiento.

Los días pasaron y el tema no se tocaba ni de mi parte por cobarde ni de él. Cuatro meses después cumpliendo nuestro aniversario, me dijo “a partir de ahora todo va a cambiar”, en mi mente paso que estaba arrepentido, pero no….

“y en que va cambiar” le pregunté. Creo que tu necesitas que te corrija puesto no te estas portando bien. Y allí ese día en mi quinto aniversario iniciaron los golpes sin freno…

Continuará…

Por: Kurt Bendfeldt Presidente Sholben Media

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