Cada vivencia en este mundo me ha traído muchos aprendizajes de los cuales estoy agradecida, sin embargo, cada proceso no me ha sido fácil.

He pasado por situaciones muy difíciles que han roto mi corazón, mi autoestima, mi seguridad, mi amor propio, lo que me ha llevado a tocar fondo muchas veces.

También he cometido errores, de los cuales me arrepiento mucho, no sólo porque dañé a mis seres queridos sino a mí misma. Todo esto es una consecuencia de no saber manejar mis emociones. Que digo manejar, a conocer mis emociones y por ende, guiarlas.

Es hasta la etapa adulta en la que he tenido la oportunidad de empezar a conocer este camino a mi interior, a reconocer la necesidad de sanación  interna, que me lleva a la paz y calma conmigo misma.

En este sendero de luz que voy caminando tomada de la mano de mi Dios, he aprendido más de mi propia naturaleza, a descodificar lo implantado en mí y en mis generaciones pasadas, y un sistema que siempre busca hacerme de menos. Alejándome del valor mismo que poseo y que Dios me ha dado.

Me he permitido abrirme a nuevas visiones, a buscar el perdón propio, vivir sin culpa, a amarme más, a cuidarme más, y, a sanar mi relación con mujeres, con el dinero, con mi niña interior, con mi linaje ancestral, con el universo y las energías de las cuales soy parte en este mundo.

Me permito sanar en colectivo, junto a grandes mujeres sabias, y que me enseñan a que soy merecedora de todo lo que dese y de lo que anhele. Que soy mujer medicina, mujer luz, mujer bondad, mujer fuego, mujer aire, mujer tierra, mujer agua, hasta el éter.

En el avance que me he permitido tener, reconozco el crecimiento interno que he logrado, y continúo teniendo. Definitivamente ya no soy la misma, soy un universo hermoso y aún estoy aprendiendo de mí.

Por: Karla Patricia González Mujer multifacética.

Aprendiz permanente de la vida.
Soy madre, esposa, emprendedora, profesional

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