Ser mujer es, ¿maquillarte mucho y usar tacones? ¿Es tener un instinto maternal? ¿Es ser vanidosa y arreglarte mucho? ¿Es tener que ser débil y compasiva? ¿Es tener que cuidar de la casa, de los niños y de las finanzas del hogar?

Siempre he creído que ser mujer es un privilegio. Por naturaleza, la mujer es sensible, detallista y protectora. En mi experiencia, las mujeres somos pilares de nuestro entorno, cualquiera que éste sea: familiar, cultural, profesional, etc. más allá de las responsabilidades que la sociedad haya establecido a cada rol, la mujer siempre es protagonista.

Ser mujer es intensidad, es amar con todo el corazón y al minuto odiar de la misma manera, ser mujer es vida. Las mujeres reímos y lloramos sin miedo al prejuicio, nos damos el permiso de enojarnos y explotar; pero también de expresar ternura y amor. Las mujeres somos quienes criamos e influenciamos de manera rotunda la vida de nuestra familia e hijos. El papel de una mujer es tan importante, que repercute siempre, esté o no esté presente.

El estado más representativo de la mujer es el privilegio de poder crear y dar vida a un nuevo ser, en el embarazo. Este es un momento de alegría y esperanza, combinado con dolor e incertidumbre. Es un estado en el que nuestro cuerpo y toda su energía se centra en nutrir, proteger, abrazar y crear.

Nos centramos en dar todo para otro, poniendo sus necesidades por encima de las nuestras, a partir de ese momento y para siempre. Ser mujer no necesariamente significa ser madre, pero ser madre siempre significa ser mujer.

Ser mujer va más allá de cumplir los estereotipos de la sociedad, es más que preocuparte por tener ropa y maquillaje de marca, un carro y una casa de lujo, una cara, pelo y un cuerpo perfecto.

Nuestro valor va más allá de todas las cosas. Como mujeres tenemos derechos y no únicamente obligaciones, tenemos decisión y voto.

Las mujeres somos capaces de luchar por nosotras mismas y ser capaces de lograr cualquier meta que nos propongamos. Seas toda una ganadora, o te sientas como el mayor fracaso del mundo… la realidad es que tu como mujer eres poderosa, fuerte y capaz.

El concepto que tenemos de mujer es, que es coqueta, caprichosa, sumisa, obediente, cariñosa, entre otras cosas que definen a ‘’la mujer’’. Esto es solo un producto cultural que se ha formado socialmente.

Así que creo que una tarea muy importante que tenemos las mujeres en todos los días de nuestras vidas es reconquistar nuestra propia identidad y hacerlo desde nuestros propios criterios. Muchas de las características que presentamos las mujeres no vienen desde nuestra genética, sino vienen de nuestra educación y de como somos socializadas. Para esto hay una frase que me gusta mucho de Simone de Beauvoir, ‘’No se nace mujer, se llega a serlo’’. Y es que desde que somos pequeñas la sociedad, el colegio, nuestros padres y nuestros abuelos nos dicen como debe ser una mujer y un hombre y que se espera de ellos según sus comportamientos. Ya saben, el clásico ‘’azul es de niño y rosado es de niña’’, ‘’carritos para los niños y barbies para las niñas’’.

Cuando nacemos, vamos descubriendo nuestra ‘’esencia femenina’’ que es ir tomando características de nuestra mamá, de nuestras amigas, de comportamientos de mujeres que llegan a ser nuestros modelos a seguir como actrices, cantantes, etc.

Vamos poco a poco construyendo esta esencia que nos caracteriza a cada una de nosotras. Creo que lo importante es tomar esos aspectos que nos hagan felices, que fomenten nuestra femineidad de una manera que estemos conformes con ello, no que las personas te dicten que es lo que debes hacer por el hecho de que hayas nacido mujer o lo que tu esposo te dicte porque eres una esposa.

Debes construir tu propia esencia femenina a la manera que a TI te haga feliz, así que, en vez de tener un ideal de mujer, debemos descubrir cual es nuestro propio ideal.

Admiro mucho a las mujeres que se atreven a romper el contexto de la sociedad y se atreven a ser ellas mismas, y sobre todo admiro a las mujeres que se apropian de la palabra ‘’mujer’’, la re significan y se apoderan de su género y de su cuerpo.

Por:

CRISTA BENDFELDT

Estudiante de Medicina

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