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¿Tengo un desorden alimenticio? – Síntomas de un desorden alimenticio

Por: Daniela Coronado

Los desordenes alimenticios son más comunes de lo que creemos, pues tenemos la idea de que alguien con un desorden alimenticio se ve escalofriantemente delgado o que come sin parar todo el día. La realidad es que 70 millones de personas sufren de desordenes alimenticios a nivel mundial, con cifras que han incrementado un 3% esta última década.

Con frecuencia estos problemas nos parecen poco importantes, no obstante, los trastornos alimenticios tienen la tasa de mortalidad más alta en lo que respecta a enfermedades mentales, siendo la anorexia la más mortal. Las personas con anorexia tienen 56 veces más de probabilidad de suicidarse. Así que sí, es importante hablar de ellos.

El mayor problema es que la mayoría de personas no entienden que los desordenes alimenticios empiezan con creencias totalmente normalizadas y síntomas que nos parecen inofensivos, pero que son banderas rojas. No es normal que las niñas sientan la necesidad o la presión de ser delgadas desde los 10 años. No es normal que dejemos de comer en la noche porque “engorda”. No es normal que entrenemos 30 minutos más porque disfrutamos de una pizza. Todos estos comportamientos indican un problema que puede evolucionar a un trastorno alimenticio como la anorexia o la bulimia.

Síntomas físicos de un desorden alimenticio

  • Fatiga
  • Niebla mental (no poder pensar o concentrarse de manera satisfactoria)
  • Problemas en el ciclo menstrual
  • Hinchazón abdominal
  • Mayor sensibilidad al frío
  • Uñas quebradizas
  • Pérdida de pelo
  • Estreñimiento
  • Reflujo

Síntomas psicológicos de un desorden alimenticio

  • Miedo
  • Falta de emoción
  • Ansiedad
  • Culpa
  • Enojo
  • Aislamiento
  • Pensamientos obsesivos con la comida
  • Deseo sexual disminuido
  • Vergüenza

LEE AQUÍ: Señales no tan comunes de desórdenes alimenticios

Comportamientos en un desorden alimenticio

  • Ver videos de comida constantemente
  • Cocinar para otros, evitando comer
  • Contar calorías y hacer “food journals”
  • Pesar la comida
  • Usar la pesa de manera obsesiva (diario o semanal)
  • Hacer ejercicio obsesivamente, no poder pasar un día sin hacer ejercicio por miedo o culpa
  • Evitar comer con otras personas
  • Mentir a los demás sobre la comida que se consume
  • Chequear el cuerpo cada vez que se pasa en frente de un espejo
  • Purgar la comida de cualquier forma, ya sea vomitando, usando laxantes no naturales o naturales, etc.
  • No ir a restaurantes o salidas con amigos para evitar comer mal

Todos estos síntomas te repito: no son normales. Por supuesto, puede que tengamos fatiga o problemas con el ciclo menstrual por otros motivos. Sin embargo, si reconoces estos síntomas y sí existe una conexión entre estos y tu relación con la comida, puede que padezcas de un desorden alimenticio.

Como dije anteriormente, lo más común es escuchar de personas que casi no comen y vomitan que han sido diagnosticadas y quizás necesitan atención médica. Pero, te recuerdo que esas mismas personas no llegaron hasta ese punto de la noche a la mañana, estos comportamientos son señales claras de desordenes alimenticios que pueden transformarse en diagnósticos graves.

Solo porque no te ves como un “esqueleto” o pareces tener una vida normal, no significa que no tengas un desorden alimenticio. Si la comida es una obsesión que representa problemas en tu vida cotidiana, tanto en tu salud como en tu autoestima, esto no es normal. Pero existen maneras de sanar la relación con la comida.

Descubre: Síntomas de la depresión: las 8 señales de que estás deprimida

Recomendaciones en caso de identificar síntomas de un desorden alimenticio

  • No cuentes calorías ni hagas “food journals” para enlistar qué tanto comes durante el día para limitar tu dieta, necesitas comer.
  • Elimina todas las cuentas en redes sociales para “inspiración” o “motivación”, aunque estas logren su cometido, pues lo único que logran es que compares tu cuerpo y te castigues porque no crees que te ves “suficientemente bien”.
  • Cada vez que pases frente a un espejo, evita “chequear” tu cuerpo. Esto incluye señalar, pasar la mano, pinchar o fijarse obsesivamente en las partes que no te gustan tanto.
  • Deja de pasar hambre, si tu cuerpo tiene hambre es porque necesita energía, así de simple. Puede que tomar agua ayude un momento, pero el agua no aporta las calorías que necesitamos para funcionar.
  • Practica la gratitud con tu cuerpo. Todos los días, haz una lista de todas las cosas que tu cuerpo te permitió hacer, no porque se ve “bien”, sino porque es funcional. Por ejemplo: agradezco a mis piernas porque me llevaron a donde tenía que ir.
  • Cada vez que compares tu cuerpo con el de otra persona o juzgues otros cuerpos, ¡detente! Tu cuerpo no merece ser castigado, ni tu persona reducida a cómo se vea.

Miles de mujeres hemos aprendido estos comportamientos porque somos juzgadas constantemente por nuestra apariencia. Tú eres completamente capaz de vencer esas creencias limitantes y darle el amor que tu cuerpo se merece.


Por: Daniela Coronado

Editora en Jefe de Revista Femenina

Correo: editora@sholbenmedia.com

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