Cuando mis hijos estaban en sus 4 y 6 añitos, llegaron un 17 de junio a decirme: Feliz día del padre, mami…. Y me dieron una tarjeta hecha por ellos… Hoy se celebra el “Dia del Padre” y me pregunto cuántas mamás están ahora con la pena de explicarle a sus hijos que el papá ya no está y que ella hace del papel de Padre en casa… Hablo con las mujeres jefes de familia que nos ha tocado sacar a nuestros hijos adelante, sin el apoyo o la figura paterna.

Hemos cubierto varios roles… y ¡roles que NO nos tocaban! Y además los nuestros, ¿en qué tiempo hicimos todo esto? Pagar la casa, comprar la comida, el médico, el cole, los paseos, los gustitos, las emergencias y adicional ¡NOSOTRAS! ¿Será que en ese periodo nos acordamos de nosotras, como mujer?

¿Cuáles son las necesidades de una mujer?

• Que la enamoren (ser deseadas y que alguien vaya tras de ella y la ame para siempre).

• Jugar un rol irremplazable en una gran aventura.

• Revelar belleza. Y sobre ese último deseo, quiero hablarles hoy.

Cuando comprendí el Deseo de Gloria en la mujer, NUNCA MÁS juzgué a una mujer por su aspecto, sino que logré empatizar con ellas y si me es posible apoyar en la manera que me sea permitida.

Una mujer con corazón herido y MINIMIZADO se pondrá ropa por solo por cubrirse, no le importa si no le va bien, no se preocupa por su cabello si esta revuelto o no, si sale a la calle con cara lavada y mucho peor, ¡no le importa si se baña o no!

Ellas dirán: No soy bella, no puedo atraer a nadie, no tengo tiempo, estoy abrumada, los más importantes son mis hijos ¿y yo? no sé si existo.

Pero también nos encontramos a esa mujer con corazón herido y MAXIMIZADO que necesita mostrar piel (piernas, hombros, escotes, espalda, etc.) para sentirse bella y poderosa, porque cree que, al exponerse alguien la verá, le dirá que es bella y será valorada cuando todo eso juega en contra de ella.

Tener un corazón equilibrado en una mujer es reflejar en su rostro una verdadera belleza que proviene de su esencia, de su interior. Es aceptar el cuerpo que nos regaló nuestro Padre y cuidar de él como cuidamos de nuestros hijos.

La biblia nos manda a “amar a nuestro prójimo, como a nosotros mismos” y… esa es la pregunta, ¿nos estamos amando tanto, tanto que traducimos ese amor y cuidado a los nuestros?

• Cuidamos que nuestros chiquitos se bañen – ¿cuidamos de bañarnos nosotras?
• Cuidamos que nuestros hijos se vean bien – ¿cuidamos de vernos bien?
• Cuidamos que nuestra familia se alimente bien – ¿cuidamos de alimentarnos bien?
• Cuidamos del mantenimiento de la casa – ¿cuidamos de nuestro mantenimiento?
• Cuidamos de arreglar el jardín con flores de color – ¿cuidamos de ponernos colores, no solo en la ropa, sino en nuestra carita, en nuestros accesorios?

¿Estamos amándonos tanto, tanto que por eso hacemos las cosas bien con los demás… o somos solo una pantalla cuidando a otros y descuidando el templo de Dios que es nuestro cuerpo?

Solo pensémoslo…

Tú eres todo para tus hijos, para que ellos estén bien, es indispensable que también estés bien.

Escrito por Carmen Portillo

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